El movimiento de izquierda sigue de capa caída.
“No volvemos al Tolima si la lista a la Cámara del Polo no saca 10 mil votos”, sentenció en 2014 el exsenador Jaime Dussán y directivo nacional del partido de izquierda en una reunión con líderes del movimiento en Ibagué. Sacaron 8.152 sufragios.
Y en las elecciones de 2015 el Polo perdió representatividad, no sacó diputado ni alcaldes, y se contentó con unas pocas curules de Concejo.
La crisis se ha acentuado todo por cuenta del cerrado cónclave en el que parecieran estar los dirigentes del Polo en la región, que no permiten el surgimiento de nuevos liderazgos, ni la llegada de propuestas frescas de renovación.
Para la muestra un botón: la empresaria Olga Beatriz González, que fundó el Polo en Ibagué hace varios años, hoy hace campaña al Senado por el Partido Liberal. Olga B., con aval del Polo, fue candidata a la Alcaldía de Ibagué en 2003, y obtuvo 9.413 votos.
Otra dirigente social que abandonó el Polo es la defensora de Derechos Humanos Nubia Russi, quien fue candidata a la Asamblea en las pasadas elecciones regionales, y hoy aparece empujando la campaña de Olga B.
El Polo perdió representación en Ibagué, no alcanzó el umbral necesario para retener la curul en el Concejo que por años mantuvieron. El último cabildante del Polo fue el líder de las plazas de mercado, Jairo Villanueva (2012 – 2015).
Muchos le echan la culpa al ‘liderazgo’ de tradicionales dirigentes de izquierda como Orlando Zambrano, Miguel Gordillo y demás, que se quedaron anclados en los viejos dogmas de la política de antaño.
Donde sí se ve un resurgimiento del Polo es en Cajamarca, población en la que el movimiento tiene tres concejales, e incluso, uno de ellos, Camilo Padilla Zapata, ejerció la presidencia del Cabildo en 2015. También han sido férreos opositores a la megaminería y están empujando con todo el tema de la consulta minera en la localidad.
Los otros dos concejales del Polo Democrático en Cajamarca son Gustavo Roa Torres, y Wilson Báez Amado.
Quizá lo que está necesitando el Polo en Ibagué es una profunda reingeniería, cambio de cuadros y dirigentes, llegada de jóvenes con nuevas propuestas y una mentalidad abierta a los retos que representa la izquierda en el nuevo país que está surgiendo por cuenta del cese del conflicto armado.
No hay que olvidar que en 2018 vienen las elecciones a Senado y a Cámara y las presidenciales donde la colectividad en el Tolima no puede seguir apostándole a la reducción de sus espacios de participación.
O de pronto se cumpla la sentencia del exsenador Dussán y quede el barco a la deriva en el Tolima. Solo el tiempo lo dirá.