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Imagen: tomada de Twitter.

¿La génesis del cangrejismo en el Tolima?

¿Quiénes son los que se han encargado de promover el odio y el divisionismo en la región?

El médico Guillermo Alfonso Jaramillo, exalcalde de Ibagué y exgobernador del Tolima, alcanzó la cumbre deseada en el servicio público al ser nombrado en el Ministerio de Salud por el presidente Gustavo Petro.

Jaramillo, de poca recordación en el Distrito Capital durante la Alcaldía de Gustavo Petro (2012 – 2015), ejerció la Secretaría de Salud en ese gobierno de donde salió también para calentar una aspiración que en su momento no cuajó y el petrismo terminó perdiendo el Distrito Capital a manos de Enrique Peñaloza.

De allí, regresó a su ejercicio como médico cirujano en Bucaramanga y luego, se supo después por boca del propio dirigente político, fue la Junta Directiva del periódico El Nuevo Día la que lo convenció de regresar a Ibagué, donde aterrizó, vio el panorama y sin mucha inversión de recursos, ni desgaste, pero desatando como siempre el discurso del odio y divisionismo, se impuso a Ricardo Ferro y a Jhon Esper Toledo en 2015, luego del nefasto gobierno de Luis H. Rodríguez.

Nada más arrancando el periodo 2016 – 2019 se le vio madreando en público a los periodistas, a quienes de paso sentenció a un cuatrienio de «aguantar hambre» y ruina económica, con lo que recibió la censura, en varias ocasiones, de la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip. Pero las empresas de comunicación se mantuvieron a flote con el desarrollo de eventos, ferias o publicación de libros, aupados por los empresarios que llevan toda una vida jalonando el crecimiento económico de la región.

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Jaramillo dijo que la Feria Agropecuaria era un nido de «putas y borrachos«, despidió a funcionarias en licencia de maternidad o con cuadros de estrés o ansiedad; señalamientos estos que no han recibido una censura, ni antes ni ahora, de los colectivos que dicen defender a las mujeres, las minorías, los Derechos Humanos, el agua, los recursos naturales, o el trato digno hacia los animales.

Los contratos crecieron, como ocurre con las administraciones sean estas de izquierda, centro o derecha. Mismos que permitieron enriquecer a los de siempre en el entorno de Jaramillo: Nayid Salazar, Hugo Ernesto Zárrate (Qepd), Gonzalo Parra, o un Alberto Girón que ahora no disimula para nada con la Constructora Girona.

Contratos chuecos y evidentes como el funcionario que vincula a sus primos o a su progenitora; o la hermana de Antonio Navarro Wolf, sorprendida con título profesional falso. Y como siempre pasa, los procesos penales se engavetan o se dejan prescribir con la anuencia de jueces y magistrados.

También persiguió al conglomerado económico de don Henry Escobar Ceballos, prohibiendo la difusión del Aguardiente Néctar y otros licores que impulsa la firma Escobar y Arias, todo por viejos odios del pasado y porque Jaramillo se presenta dizque como abstemio luego de supuestamente renunciar a toda una vida licenciosa, de excesos, de sustancias; y ahora de verborrea, odio, pugna y cangrejismo, lo que tiene relegada a la región tolimense y condenada a décadas, estas sí, promovidas por el Clan Jaramillo, de ruina, miseria, hambre y mezquindad.

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La decadencia moral de la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo se evidenció con el abandono de su esposa, la abnegada Vilma, madre de sus hijos y quien fue humillada también a la vista de todos, en eventos y ferias públicas.  Todo Ibagué vio el descaro del médico de la Colombia ‘Humana’ que se paseaba por igual en las calles, con su perro que con su nueva novia, una atractiva joven.

El ‘agradecimiento’ de Jaramillo para con El Nuevo Día fue tratar de mafiosos y aliados del narcotráfico a los directivos del grupo empresarial Dicorp – Diana Corporation, que adquirió un paquete accionario del rotativo, sin ninguna prueba o proceso penal vinculante. Se conoció después que este conglomerado frenó el desarrollo de proyectos productivos en la ciudad con lo que podría decirse que buena parte de la responsabilidad en el desempleo galopante en Ibagué también se le debe al que se dice social demócrata y defensor de las minorías y marginados.

Habrá que ver si en Ibagué triunfa la estrategia del petrismo de colonizar una ciudad, capital de departamento, y desde esa tribuna defender el gobierno de Gustavo Petro que por lo que se ha visto con escándalos de financiación electoral, hiperinflación, dólar por las nubes, reforma tributaria y demás, tendrá el camino más pavimentado de espinas que de rosas. Amanecerá y veremos.

*Este es un editorial del director de A la luz Pública.

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