
Una vez terminada esta guerra nuestra y solo antes de iniciarse la Colombia en guerra internacional (paradójicamente 67 años después que Laureano Gómez enviara niños y muchachos soldados analfabetas a Corea, sin que nadie se lo pidiera), a donde deberán ir muchachos y muchachas soldados y policías alfabetas, a combatir a nombre de Wall Street y de Blackwaters, sin que tengan la menor idea sobre esos nombres y sus dueños, y peor sin que nadie se los diga: ocurren dos hechos matemáticos, que se contraponen como se contrapone éticamente los recién autoerigidos maestros de la “lucha” con nuestro último lugar en pruebas Saber de miles de niños y niñas pobres tolimenses, cuya única opción será acatar el sabio consejo de su muelles mentores pedagógicos, y enlistarse para luchar, pero como soldado o policia en guerras ajenas, como es costumbre.
El primero y significativo, es la entrevista aparecida en el portal de ciencia quantumagazine.org con el físico de Oxford y empleado de la Universidad de Miami, Neils Johnsons, quien junto a Jorge Restrepo (Javeriana), Jorge Bohorquez (Andes), Nicolás Suárez (Nacional), Elvira Restrepo (Andes), R. Zarama (Cerac) y Michael Spagat (U. Londres) elaboraron en junio de 2005, para el gobierno de la época y para los militares gringo el estudio “From old wars to new wars and global terrorism” (https://arxiv.org/abs/physics/0506213).
La entrevista nos cuenta del estudio iniciado en 2003 (no se sabe quién lo financió, pero se supone) coincidencialmente por Johnson llegando a Colombia en plena Seguridad Democratica, donde el británico y sus asociados docentes colombianos, dieron en formular un modelo matemático basado en la ley de potencias, sobre cada atentado, ataque o confrontación de nuestra guerra, imitando el modelo ya usado por el mismo británico, en la invasión norteamericana, española y británica a Iraq, en 2002.
Sencillamente los docentes contratistas proponen que los “ataques terroristas” y los mismos grupos “terroristas” tiene un patrón matemático, el cual si se configura puede (en palabras del mismo Johnson) permitir militarmente “quitarle agua al pez”, pues compara a la lucha soberana y legítima de los pueblos o naciones invadidas, con la de los cardúmenes de peces que se dispersan o agrupan, dependiendo de la cercanía de un depredador.
El termino militar gringo exacto es el inventado por el Washignton Post: Left of boom (literalmente, brotes de izquierdas), muy a propósito para todo lo que no sea del gusto o la obediencia del “american way life”, y que como estrategia de guerra busca militarmente desarticular celulas, grupos o ataques, incluso antes que estos sean planeados.
La estrategia de guerra USA – OTAN de “quitarle agua al pez” en Colombia, fue por primera vez presentada por el diario El Espectador, en su versión impresa, hacia 2001 o 2002, en una página entera basada en un supuesto documento filtrado a un agente de la CIA en Bogotá y que daba cuenta de la arremetida de inteligencia militar y cívico militar y de policía, contra “los cardúmenes” colombianos, se supone: juntas comunales, asociaciones campesinas y organizaciones sociales.
Del modelo matemático de Johnson y sus colegas colombianos, quizá le esté funcionando a los docentes de la guerra, pues la presencia de la Usaid y de otras agencias de “ayuda” afines al “american way life” en cada vereda o zona rural, no había llegado a tales niveles, ni con Laureano Gómez ni menos con Álvaro Uribe.
El segundo hecho matemático, no tan significativo, es la financiación con recursos públicos, de bucólicas apariciones de “expertos matemáticos” en colegios estatales dentro de un festival de oralidad que termina en Ibagué y el Tolima. Según la ONG que administra el festival, estas doctas apariciones las encabeza el exvicerrector de la UT y exiguo líder estudiantil, David Benítez, el mismo que ordenó la tala del valioso bosque de germoplasma de cacao, cítricos y mango, de más de 100 años en la Granja de Armero, para poder “construir” su poder pedagógico como burócrata.
Entre los peces sin agua y los orales doctos burócratas, a los niños y niñas más pobres del Tolima nadie tendrá el tiempo y la voluntad de enseñarles la ley de potencias, antes que frente al último y sabio consejo de sus sindicatos docentes, aprendan a “luchar”, pero vestidos con los uniformes que les cobrará la OTAN en la inminente guerra ajena con los soberanos vecinos petroleros.
Por: Luis Orlando Ávila Hernández, ingeniero agrónomo, propietario de la ex Tienda Cultural La Guacharaca.