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Los ‘líderes’ que conducen a las masas a votar

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Imagen de referencia. Caricatura de Matador.

Reflexión sobre el ejercicio de la política ante el elector primario.

La mentalidad que tenemos como electores está al revés. No debemos estarle agradeciendo a los gobernantes cuanta obra realizan. No. Debemos exigirles, como cualquier patrón a su empleador.

Con los votos, en un proceso electoral, lo que hacemos es elegir al “mejor”. Siendo así, debemos considerar que se ha contratado para el puesto a la persona idónea para administrar los recursos de un territorio de manera eficiente, con transparencia y disciplina.

Si las cosas fueran correctas, un político interesado en crecer en el sector público, aspirando a cargos de mayor responsabilidad, debe preocuparse por realizar bien lo que se le encomienda. Pero eso sucede en muy pocos casos.

Pero, si es algo tan lógico, ¿por qué llegan los mismos?

Porque han creado una estrategia estructural que les permite tener poder sobre grupos de personas, a cambio de puestos, contratos, dinero, favores y otros consentimientos, que hacen que la voluntad del ciudadano se debilite y pierda el sentido común para actuar solo por causas personales.

Seguramente a su casa no llega solo el político de turno a pedir su voto. No llega solo porque en la base de esa estructura están los mal llamados líderes; fáciles de reconocer por su amabilidad y aparente trabajo por la comunidad. Está bien, no voy a generalizar; tal vez algunas personas tienen un liderazgo real en favor de su comunidad. Lo cierto es que muchos se autodenominan con adjetivos que no se pueden comprobar, para presentarle al candidato paquetes de votos a cambio de los beneficios antes mencionados.

Entonces, si usted por no quedar mal con ese enérgico vecino, que siempre está interesado en mejorar los problemas del barrio, asiste a una reunión con un futuro “salvador” que predica frases coordinadas en contra de la corrupción, la desigualdad, la pobreza, la inseguridad y otros males de nuestra sociedad, déjeme decirle que usted ahora es una cifra más, dentro de un amplio cálculo de variables, de las cuentas para una victoria electoral.

Es triste, pero, debemos reconocer que del daño causado a nuestro país por los criminales de cuello blanco, en buena parte es culpa de quienes se dejan seducir por la demagogia y autorizan con su voto que estos personajes asciendan a los tronos gubernamentales.

En medio del revolcón de la campaña y durante el ejercicio de los gobiernos, es común ser testigos de acaloradas discusiones y debates entre contrarios. Sutilmente uno considera que discuten basados en ideologías o pensamientos en busca de favorecer a los ciudadanos. Si fuera así, los debates serían de gran aporte, porque permitirían discernir entre las decisiones más inteligentes para el beneficio de todos. No, no es así.

Las divisiones políticas se dan porque un grupo quiere tener el poder y no lo quiere compartir con otros; esa es la verdadera diferencia. En la pantomima del ejercicio político usan lenguajes para cautivar, opinan sobre temas tendenciosos, arman coaliciones, se declaran en persecución, compran medios de comunicación y todo lo demás que sea necesario para no alejarse de las posiciones privilegiadas.

En esas contiendas políticas los líderes se mueven entre bandos, entregando los supuestos votos a quien mejor pague. Para sostener la mentira, crean historias en las que su patrón de turno es el “mesías” y los demás son “judas”; aunque es probable que en otro giro mediático tengan que cambiar de equipo.

Para concluir, quiero definir al “líder” como el peón de una gran empresa que promueve personalidades nacionales para que se encarguen de manejar los recursos del pueblo.

En otra entrega les contaré un poco sobre los concejales y su función como serviles intermediarios entre los gobernantes territoriales y los líderes comunales.

Quiero aclarar que los líderes descritos en este texto no son aquellos que han muerto o están arriesgando su vida para defender a los suyos de amenazas. Para ellos, los que trabajan por su gente con un real liderazgo, todo mi respeto y admiración.

*Este es un editorial del director de A la luz Pública.

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  1. Sencillamente Alexander, el cartel de lideres (que no sociales) y el nuevo partido de los medios corporativos y la justicia: «…Las divisiones políticas se dan porque un grupo quiere tener el poder y no lo quiere compartir con otros; esa es la verdadera diferencia. En la pantomima del ejercicio político usan lenguajes para cautivar, opinan sobre temas tendenciosos, arman coaliciones, se declaran en persecución, compran medios de comunicación y todo lo demás que sea necesario para no alejarse de las posiciones privilegiadas.
    En esas contiendas políticas los líderes se mueven entre bandos, entregando los supuestos votos a quien mejor pague. Para sostener la mentira, crean historias en las que su patrón de turno es el
    “mesías” y los demás son “judas”; aunque es probable que en otro giro mediático tengan que cambiar de equipo.»

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