Miguel Ángel Toledo, otro de los grandes que se nos ha ido

Miguel Salavarrieta
Miguel Salavarrieta

Recordando a un gestor cultural del norte tolimense.

Aún en mi mente retumbaba el sonido lastimero de la campana de la máquina de bomberos que hacía más doloroso el cortejo fúnebre del sargento Guillermo Muñoz Ríos, un héroe anónimo del Cuerpo de Bomberos Voluntarios que perdió la vida en cumplimiento de su misión, cuando otra triste noticia sacudía a los libanenses e invadía sus corazones, se nos había adelantado en el camino a la eternidad el maestro Miguel Ángel Toledo Arango, otro de los grandes hombres de esa generación perteneciente a la época dorada de la cultura en Líbano – Tolima.

Miguel Ángel Toledo Arango fue ese embajador cultural que a sus 19 años, en tiempos de la violencia, abandonó su Líbano con ese anhelo de ser músico como su padre Milciades Toledo Pinilla, llegando al Conservatorio del Tolima en Ibagué, a Manizales, Barranquilla y Neiva donde dirigió el Conservatorio, tierra donde se enamoró y se casó con Olga Burìticá, su eterno amor con quien tuvo cinco hijos.

Estando en Neiva fue llamado a Cali a dirigir los coros de varios establecimientos educativos y a ejercer como profesor de la Universidad del Valle donde por espacio de 27 años laboró en diversos campos relacionado con la música y dirigiendo los coros del alma mater hasta que en 1988 sintió ese inmenso deseo de volver a su tierra natal para retribuir en algo al poblado que lo vio nacer. Radicado nuevamente en su natal Líbano con gran dedicación fundo una escuela de música y los coros, proyectos de gran acogida ciudadana que desafortunadamente terminaron “asfixiados” por la ignorancia de la administración local de entonces que no pudo entender la infinita dimensión de estos programas.

El maestro Toledo derrotado en su intento por contribuir al desarrollo cultural de la región regresó a su segundo hogar, la sultana del Valle, donde siempre lo rodearon con esa admiración, ese cariño y ese respeto que se debe tener por los grandes hombres, por esos seres que a su paso dejan una estela de realizaciones para la humanidad y especialmente para reconfortar el espíritu. En el 2009, siendo gobernador del Tolima el doctor Oscar Barreto Quiroga y director de Cultura quien esto escribe, la administración departamental escogió al Líbano para celebrar el Día del Tolima, efeméride donde se conmemora la creación del Estado Soberano del Tolima y se exalta la vida y la obra de aquellos tolimenses que han hecho grande al Tolima en el contexto nacional e internacional. Ese año el único homenajeado con la “Orden Gobernación del Tolima” fue el Maestro Miguel Ángel Toledo Arango, en un emotivo acto que tuvo como escenario la iglesia catedral y el acompañamiento musical de los coros de la Universidad del Tolima, dirigidos por el maestro César Augusto Zambrano.

Su virtuosidad en la interpretación del piano, el tiple y la guitarra, varios textos para la enseñanza de la flauta dulce, su primer puesto con la danza ‘Ensoñación’ en el Concurso de Música Popular organizado por la Orquesta Sinfónica del Valle frente a 130 compositores, un centenar de obras del genero popular para piano, numerosas composiciones al amor, a la tierra y a Líbano varias de ellas recogidas en su última trabajo discográfico ‘Herencia’, el ejercicio de la docencia universitaria y el rescate de la cultura libanense son parte mínima de ese legado que nos deja el maestro Toledo.

Hoy, agosto 12 de 2015, cuando lloramos su partida, cuando a conciencia reconocemos que su paso terrenal no fue en vano, oyendo a ese otro grande de Líbano el maestro Virgilio Pineda, dueño de una rica producción musical de 132 obras grabadas, me parece estar escuchando al maestro Miguel Ángel Toledo Arango cuando me dice: “yo del Líbano nunca me he ido, siempre estoy yendo en mis recuerdos, porque adoro profundamente mi tierra y en mis obras siempre está el pueblito que me vio nacer. Yo siempre estoy llegando al Líbano, nunca me he ido ni pienso hacerlo”.

Adiós al amigo, hasta pronto al maestro. Estoy seguro que los coros celestiales ya ensayan bajo su batuta.

Por: Miguel Salavarrieta Marín, exdirector de Cultura del Tolima

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