Debo decir que no estoy equivocado cuando afirmo que Colombia y los colombianos estamos viendo y viviendo un cambio con la llegada de Gustavo Petro al gobierno.
En verdad es increíble la manera como este señor, sin tener una maquinaria política como la que tienen los demás, ha podido hacerle frente a tantos y tantos ataques de la mal llamada oposición y de los medios corruptos que han llegado al colmo del descaro de decir cosas como que el Ñeñe no era narcotraficante, que los indígenas son animales, borregos y hasta terroristas y así con todas las mentiras que publican día a día, semana a semana.
No obstante, este cambio viene de mucho tiempo atrás y está muy ligado a esa juventud que se ha levantado contra los corruptos y que, sin duda, apoyan el cambio.
¿Qué sería de quienes nos interesamos por nuestro país si no estuvieran estos jóvenes? Ahora bien, la reciente marcha, histórica, por cierto, deja ver que el engranaje entre juventud, pueblo y gobierno va bien.
Deja ver, además, que una gran parte de Colombia despertó, aunque muchos sigan dormidos y haciendo las veces de trampolín de los corruptos. Aun así, es un buen indicador y esperamos en verdad que los y las colombianas entiendan que hablar de unidad, de amor, de protección, de garantías y, sobre todo, de dignidad, es normal, no es nada del otro mundo.
Lo que sucede es que nos hemos acostumbrado tanto a la mala vida que nos han dado los de cuello blanco, que terminamos normalizando todas esas barbaries que ocurren en el país desde hace décadas.
Sin embargo, hablar, querer y trabajar por la paz es normal. Perfilar a Colombia como potencia mundial de la vida, es normal y, si le agregamos que dentro de nuestro discurso y acciones esté todo lo relacionado con la protección a los animales, la vegetación y el planeta, es mucho más que normal y necesario.
Como sea, con la reciente marcha los colombianos nos dimos cuenta que Gustavo Petro no está solo y no estamos solos y eso es importante porque… cada cosa que ocurre: ¡Es un hecho Sam!
Por: Luis Carlos Rojas García Kaell de Cerpa, escritor.