El exdirigente liberal aterrizó en la campaña de Guillermo Alfonso Jaramillo.
Para las elecciones de 2003, José William Castro Cruz era uno de los áulicos de Mauricio Jaramillo. Le cargaba la maleta, jugaba fútbol y hacía todo lo imaginable con tal de congraciarse con el jefe liberal.
En 2004, siendo elegido concejal de Ibagué, dio más bandazos que acuerdos serios para la ciudad y pasó con bastante pena que gloria, como uno de los cabildantes que contesta a lista y calienta el puesto con tal de que le paguen cumplidamente las dietas a fin de mes. Algunos, siguen replicando su ejemplo.
Corría 2007 y Castro pegó otro salto de garrochista: apareció como candidato a la Alcaldía de Ibagué, con aval de Cambio Radical. No se sabe qué le falló al también accionista de Seapto y empresario particular, o si fue que Emilio Martínez lo dejó colgado, pero el dirigente vio resignada su aspiración con pocos votos.
Para los comicios de 2011, William Castro se volvió a acomodar y haciéndole campaña a Luis H. Rodríguez logró que lo nombraran secretario de Gobierno de Ibagué, cargo que desempeñó hasta hace pocos meses como una cuota del movimiento del hoy candidato liberal Rubén Darío Rodríguez.
Poco importó que William Castro fuese imputado de cargos ante un juez penal por los delitos de falsedad y estafa, por irregularidades cometidas en la venta de una buseta.
Aunque el juicio del caso no ha arrojado el sentido del fallo, sí se produjo una conciliación con la víctima por el ilícito de estafa, lo que tácitamente es una aceptación en la comisión del hecho punible atribuida a William Castro.
Ahora, Castro da una voltereta más y aparece en la campaña de Guillermo Alfonso Jaramillo (foto), el candidato del Mais a la Alcaldía de Ibagué, quien promueve la renovación en la política, y la extinción de las viejas prácticas clientelistas de líderes y dirigentes que son los responsables de la debacle en la que está sumida la ciudad. El mismo Jaramillo lo repite en su discurso.
Lo que no está claro es la intención de William Castro de prenderle una vela a Dios y otra al Diablo, pues un familiar suyo, hace campaña al Concejo en la lista de la Rosita, el movimiento anexo al partido Liberal.
Además, Castro estaría pecando de ingratitud hacia Rubén Darío Rodríguez, quien lo apadrinó en el último cargo que tuvo el ‘letrado’ en la burocracia ibaguereña; algo que sin duda arroja más sombras sobre su ética (si la tiene), proceder y costumbres, al llegar a la campaña de Jaramillo.
La gente se pregunta: ¿hasta cuándo soportará la ciudadanía decente de Ibagué a esta clase de personajes que se acomodan al vaivén de las conveniencias políticas? ¿Es válido que se reciclen y practiquen el travestismo político en cada ejercicio electoral?
Nota del editor: Antonio Castro, hermano medio de William Castro, se comunicó con A la luz Pública para hacer las siguientes precisiones: «No tengo ningún vínculo con él desde hace 13 años desde que fue la muerte de mi padre. La carrera política que he construido con mi sudor, dedicación, esfuerzo la he realizado a título personal«.