Curas milagrosas, recetas para la cocina, retos absurdos, cómo vestir, cómo comer, comedias, noticias, opiniones, viajes, rutinas deportivas, métodos de estudio, hágalo en casa, temas de migración y mucho, mucho más, son algunos de los contenidos que podemos encontrar en el amplio mundo de los YouTubers.
Con la llegada de las nuevas tecnologías y gracias a la ilusión del cuarto de hora de fama que reina en la humanidad, los personajes conocimos como YouTubers, se han tomado el mercado en distintos escenarios nacionales y mundiales, al punto que, muchos tienen ya su propia marca, son contratados para promover otras marcas e incluso, ya existen escuelas dedicadas a formar YouTubers profesionales.
Sí, no es fácil ser un YouTuber famoso, aunque pareciera que es algo similar a estudiar Comunicación Social para ser modelo, reina de belleza o presentador de farándula; sin embargo, muchos se encuentran hoy por hoy en un ranking bastante privilegiado, pero, eso no quiere decir que cualquiera pueda lograr ser un YouTuber reconocido. Aunque, eso no es obstáculo para que cualquier persona suba un video a la red.
Pues bien, recuerdo que hace algunos años, cuando medios como la radio no eran tan prostitutos como ahora, se comenzó a hacer una fuerte crítica a todos esos medios, valga la redundancia, que permitían que personas sin formación participaran en los mismos.
Recuerdo además que, en aquellos días, una frase se hizo muy popular: “Ahora cualquiera que tenga una grabadora debajo del brazo ya es periodista”.
Fue en ese entonces cuando cientos de personajes comenzaron un verdadero éxodo, aparecían en algunos medios y expresaban todo tipo de bestialidades; trabajaban por menos salario e incluso, comenzaron a vender publicidad por cualquier lechona o tamal.
A lo anterior se sumaron las universidades de garaje, la falta de calidad en los programas de radio, los brujos fraudulentos, la mala publicidad, los contratos políticos y, aunque nada de eso era nuevo ya que eso de venderse al mejor postor es tan antiguo como la moda de caminar a pie, los medios terminaron por convertirse en ese caldo de menudencias de mala muerte que son hoy en día.
Luego, se comenzó a hablar del periodismo independiente y al final, nadie sabe a ciencia cierta qué es la ética periodística, qué es comunicar y en general. Aunque no puedo desconocer que todavía existen varios grupos y personas que intentan hacer su trabajo.
Pues bien, en el campo de los YouTubers ocurre exactamente lo mismo. Sin embargo, lo que realmente preocupa a la hora de analizar lo que se conoce como información, es precisamente la desinformación.
Por un lado, cientos de medios en todo el mundo trabajan en complicidad con los gobiernos, por el otro lado, tenemos a una cantidad, casi incalculable, de personajes que ayudan a que esa desinformación crezca.
Para no ir muy lejos, con el tema de la pandemia, más de uno es experto y a través de sus canales promueven todo tipo de curas y remedios, sin importarles si funcionan o no, si las personas que consumen desde químicos, hasta agua bendita, se salvan o no.
Lo mismo ocurre con la gran mayoría de YouTubers que han inmigrado a países como Canadá y quienes, en medio de su afán por mostrar su gran logro o sueño, terminan creando imaginarios en las personas que no alcanzan a comprender que un proceso como lo es, el cambiar de país, acarrea todo tipo de situaciones, tanto físicas como psicológicas y que, además, es más costoso de lo que muchos piensan.
No es raro ver y escuchar a estos comediantes hablando de cómo ganar en dólares, pero no sobre impuestos, leyes, búsqueda de trabajo en condición de recién llegado, exigencias con el idioma, realidades educativas, laborales, de salud y muchas situaciones que en su momento podrían no ser tan agradables si se desconocen. Por el contrario, todo el tiempo están adornando las cosas, maquillando otras y, a la final, todo se reduce a ese: Like por un sueño.
En resumidas cuentas, no se puede desconocer que el ámbito de los YouTubers es bastante interesante, entretenido, además, que existen muchas personas haciendo un trabajo de mucha calidad tanto en el formato de tutoriales como en el relacionado con el periodismo y la misma comedia. Sin embargo, vale la pena reevaluar todos estos contenidos, revisar, ponerle lógica, criticar, dudar y como dice la frase popular: “no tragar entero”.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.