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Rellenitos

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Se acerca la temporada electoral y con ella el desespero de los partidos políticos tradicionales y nacientes por encontrar «el relleno de las listas», cuál de las esposas, concubinas, hermanas, de cuanto inhabilitado, cuestionado o recusado hay puede «ser útil» para compensar la obligatoria cuota de género en las listas de postulación a Cámara y Senado.

A eso se acostumbraron: a ser un relleno, a dejarse rellenar de silicona y de ‘macumba’.

Ellas van, reclamando a nombre del feminismo, lo que se dejan arrebatar en el diario vivir, callan con silencio estoico, cuando deben hablar y aplican un silencio cómplice para vivir en sus mansiones, con vergüenza rezandera.

Supieron siempre de donde salen los lujos, usaron sus dotes, pocos o muchos para lograr lo encaletado, también robaron y mintieron, también desde la comodidad de un spa, sabían de donde brotada el dinero del bótox, el entrenador y el gym. ¡Ah bien que lo supieron y lo disfrutaron¡

Ellas también son culpables de las grandes desigualdades, cuando se les da la oportunidad por demás arrebatada, posan ‘titinas’ y perfumadas, adornando la sala cual florero, sin alzar la voz argumentada, sin argumentar sus silencios.

Ellas que se quejan por la cuota alimentaria paupérrima y miserable que la ley obliga sobre sus críos, vota, hace campaña y defiende a quien tazó tal aberración económica en un código de infancia.

La autosuficiencia de las soledades marginales que nos brinda el remedado éxito, ha opacado las verdaderas luchas, no por la igualdad, sino por la equidad, Ah palabra difícil que puede interpretarse según el presupuesto, si una mujer firma la planilla de asistencia, se garantiza su participación.

Hemos abandonado el mutualismo para mostrarnos exitosas, madres, profesionales y amantes clandestinas sin más apego que el Instagram, donde ocultamos el dolor de la billetera y de las desgracias diarias.

¿Cuántas de ellas, representan realmente lo que necesitamos?

¿Están las mujeres preparadas para hacer la política?

En medio de tanto feminismo me pregunto, ¿eso de mujer vota mujer, aplica en la obligación de votar por la moza, del gamonal?

¿Cuántas mujeres rurales tenemos en nuestro departamento, cuántas de ellas son propietarias de su parcela, cuántas de ellas tienen un crédito bancario, cuántas de ellas dejan a sus hijos solo porque no tienen con quien dejarlos mientras estudian y trabajan?

Se nos niega hasta el derecho de echar la vieja con ganas, de arriársela a quien se la merezca, con la misma vehemencia, fuerza y furia con la que el derecho adquirido le ha permitido a los machos.

Las mujeres no se deben salir de casillas, ni decir vulgaridades, pueden, ¡claro¡ pero se les ve «mal» de las bocas suave o escandalosamente maquilladas solo deben salir palabras bellas, edificantes, femeninas.

Ni qué decir de encausarse en algo, ¡Ni por el chiras¡ terminarás siendo una vieja histérica a la que la falta macho o en su defecto, dildo.

Previo a las elecciones del mes de marzo, donde desesperadamente buscan » mujeres que sumen » agradezco a los generosos ofertantes tener a consideración mi histérica vida para rellenar alguna lista, la única rellena que me gusta es la que hace mi madre Albeza con tomillo, laurel y albahaca… ¿les apetece?

El feminismo es un modo de vida que nada tiene que ver con pintarse los pelos de rosado, dejarse el bigote u oler a españolete salpreso.

El feminismo tiene que ver con luchar, visibilizar, ser solidario, apoyar y aportar cada día, desde lo que somos, hacemos, sabemos y sentimos para que las demás mujeres, las iletradas (como mi madre) las luchadoras (como mis hermanas) las revolucionarias (como mi amiga atea y comunista Renata) las inspiradoras (como la profesora Claudia Londoño) Las feministas (como Rosalba Céspedes) las putas (como mi maestra Danna), las solidarias (como la abogada Martha Rubiano) las artistas (como Rubielita Montenegro) tengan la misma oportunidad que los hombres de hablar, escribir, hacer política, proponer… y por supuesto, ser.

A ellas…a las que se me quedan en el camino, las insto a defender el mutualismo , vernos como un todo, como humanidad; defendernos de los atropellos diarios con valentía, aprender nuevas groserías para cuando sea necesario usarla, sin perder la ternura, pues nunca se sabe cuándo puede uno decirle ‘caremondá’ a alguno, sin perder la finura, el perfume y los detalles de fina coquetería o cuando una buena grosería sea el adminiculo perfecto en unos desbordados 20 minutos de placer desenfrenado (a los 43 añitos es lo máximo que se logra).

No tengas miedo mujer, hazlo… y si te da miedo, hazlo con miedo.

Por: Nubia Flor Russi, defensora de Derechos Humanos.

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