Es una verdad muy triste pero latente. Haciendo un repaso desde el 2007 hasta la fecha, el número de votantes oscila entre el 54 y el 57 por ciento de todo el censo electoral. Eso indica que casi la mitad de los posibles electores se abstienen de hacerlo y es una matemática que conocen muy bien los gamonales de la política. Les conviene.
Lo increíble es que el censo electoral aumenta mientras terminan como alcaldes candidatos con menos votación que los anteriores y esto es lamentable para una democracia. El potencial electoral en 2007 era de 310 mil, en 2011 fue de 349 mil, en 2015 de casi 389 mil y en 2019 llegó a los 417 mil posibles votantes.
Sin embargo, Andrés Hurtado en 2019 fue alcalde con 46 mil 640 votos (21,83 por ciento), Guillermo Alfonso Jaramillo en 2015, lo fue con 63 mil 575 (30,72 por ciento). No obstante, Luis H. Rodríguez en 2011 obtuvo 78 mil 233 votos (44, 22 por ciento) y Jesús María Botero en 2008 llegó a los 72 mil 027 votos (41, 97 por ciento).
Llama la atención que Luis H. Rodríguez haya sido alcalde de Ibagué con el doble del porcentaje electoral del ingeniero Hurtado. También es de analizar que el voto en blanco se mantenga parejo (entre 11 mil y 13 mil votos) en las campañas 2007, 2011 y 2015 y se haya duplicado en 2019 con 24 mil 295 votos.
El voto en blanco en la última contienda llegó al 11, 37 por ciento casi la misma votación del candidato del Partido Liberal, Camilo Delgado, quien obtuvo el 11,81 por ciento con 25 mil 236 votos. Esto es un argumento irrefutable del crecimiento de la apatía hacia quienes han regido los destinos de la ciudad en los últimos años.
La pregunta del millón de euros es: ¿Qué pasaría si tan solo se despertara esa ciudad dormida e indiferente ante la política?
En las últimas elecciones que fueron a segunda vuelta presidencial a mitad del año pasado, el censo electoral fue de 444 mil 397 personas. Si tan solo mejorara un diez por ciento la abstención, se tendría que sumar 44 mil votos más. Prácticamente un poco menos de la votación con la que llegó el actual mandatario local.
De seguro algo así dejaría en jaque a más de un matemático electoral que siempre da por hecho (poco fallan) el comportamiento ciudadano. Los famosos analistas que cuentan votos como contar ganado y que sin malas intenciones ofrecen sus cábalas (me incluyo) ante lo predecible de la ciudad política.
Se cuentan puestos de trabajo, contratistas, número de presidentes de juntas, número de concejales empujando el carro y empieza la aritmética. A eso se le suma grandes contratistas del municipio (los que están, los que han estado, los que llegan) dispuestos a poner unos cuantos ceros a la derecha a cambio de retribuciones contractual
El proceso de inscripción de cédulas finalizó el 29 de agosto del año en curso. Después del 29 de septiembre quedó conformado el nuevo censo electoral para las elecciones del último domingo de octubre.
Por lo que se infiere la ciudad seguirá en manos de los políticos a menos que algo paranormal suceda.
¡Esa es la evidencia!
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy.
Editor General.
Una opinión
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