La fotografía que acompaña este artículo circula por estos días y corresponde al desierto del Sahara completamente inundado. A la misma, la acompaña otra que muestra al río Amazonas (el más caudaloso del mundo) sin agua. Ahora que se desarrolla la COP16 en Colombia es un llamado para entender que se avecinan tiempos dantescos.
Algunos dirán que son situaciones que siempre los seres vivos han tenido que afrontar en este planeta. Sin embargo, es claro que a partir de la industrialización y el consumo masivo de bienes (mitad del siglo XIX) la participación del hombre en la debacle es muy sustentable.
Sé que hay un grueso de la población mundial que no lo cree. Otros de líneas fascistas que tienen métodos muy radicales como el de acabar con la población más pobre para mitigar el problema y evitar la extinción. Por fortuna, hay millones de personas que no avalan estos métodos.
Próximamente, en Estados Unidos se elegirá un nuevo presidente. De ganar Trump, les regalamos una de sus frases más famosas sobre el tema: “He visto el problema ambiental, he leído sobre él, y creo que no existe”. Parece un absurdo, que el rumbo de la nación más poderosa del mundo, lo vuelva a llevar alguien así.
Los científicos y expertos que hablaron previo a la llegada del huracán Milton, aseguraron que el problema más grave no era este particular fenómeno ya bautizado. Lo más grave e inevitable es que el mar se calentó y vendrán muchos más seguidos y poderosos. Son certezas, no es demagogia.
Tal como sucedió con la llegada de los Bárbaros de oriente a Europa hace quince siglos y arrasaron con los campos verdes y eso trajo infestación de roedores y otros insectos provocando pestes mortíferas, así pero con mayor rapidez vendrán pestes nuevas en esta época. En el siglo XXI habrá que aprender a vivir con epidemias y pandemias en cada estación.
Por más que se intente hacer un cambio y un llamado a la consciencia ambiental, el daño ya está hecho y no queda sino tratar de mitigar lo inevitable.
No somos alarmistas, ese es el diagnóstico de muchos científicos que se basan en evidencias y en aspectos que son irreversibles y no renovables.
Por lo demás, quedan los que creen que de mucho les servirá el dinero con escasez de bienes o cuando la vida sea una amenaza constante. Esos que jamás entendieron que el dinero es un símbolo que se convierte en una ilusión o un eufemismo cuando no se pueda intercambiar por nada.
Este es un Editorial de A la luz Pública.