Entre el siete de abril y el 15 de julio de 1994 se asesinaron a cerca de un millón de tutsis a manos de la población Hutu en un país africano llamado Ruanda. Ese exterminio fue orquestado por lo líderes del gobierno, fuerzas militares y medios de comunicación que eran de dominio Hutu.
El origen del conflicto se remonta a partir del siglo XIX cuando los belgas habían colonizado el país bajo un sistema social racista. A pesar, que no existían diferencias significativas entre las dos etnias (todos somos homo sapiens sapiens) la mayoría Hutu (85 por ciento) fue sometida por la minoría Tutsi (15 por ciento) y fueron condenados por mucho tiempo a la esclavitud.
Por supuesto, esto exacerbó el odio entre clases. En 1961 Ruanda se independizó pero los odios entre etnias, desencadenaron la masacre de 1994. Lo más triste, lo más inverosímil del genocidio, es ver la posición impertérrita de la iglesia Católica, de la ONU; y la absoluta indiferencia del mundo ante la situación de este olvidado país del continente africano.
El mundo ya estaba acostumbrado a la falta de alteridad y a la deleznable apatía. No es sino echar un vistazo al famoso Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, en donde los Nazis asesinaron a seis millones de judíos aproximadamente. El papa Pio XII fue cuestionado duramente por su nulo papel y poca intervención ante la infamia de Hitler y sus secuaces.
En el libro Mi lucha de Adolf Hitler, ya se intuía su odio racial, y la necesidad que según él, tenía Alemania de exterminar a los judíos y a los comunistas a los que consideraba autores de todos los problemas germánicos. Ahora los descendientes, de este país europeo han tenido que vivir con la vergüenza, con el remordimiento y con la culpa, de las ignominias de sus padres. Obviamente y aunque parezca absurdo, todavía hay muchos defensores del nazismo.
Colombia no se queda atrás lamentablemente. Después de la Emancipación no para el baño de sangre. Guerras civiles, masacres, violencia ha sido el pan de cada día en nuestro terruño. El siglo XX inició con la pérdida de Panamá y la Guerra de los Mil Días que dejó aproximadamente cien mil muertos en un país que llegaba a los cuatro millones de pobladores. La causa ha sido siempre la misma y la cual perdura hasta hoy. El odio de clases, el bipartidismo y el racismo.
La época de La violencia después de la muerte de Gaitán (1948), solo desató el odio reprimido entre coterráneos. Entre 1948 y 1958 se habla de cerca de 60 mil muertos. Curiosamente la llegada del Frente Nacional (contubernio entre liberales y conservadores) no trajo mejoría alguna puesto que si se toma como base el mismo año (1948) tan solo a 1966 la cifra llegaba a cerca de 114 mil muertos por la misma causa.
Según el informe de la Comisión de la Verdad presentado el año pasado, estamos viviendo nuestro propio genocidio. Entre 1985 y 2018 se registraron en Colombia 450 mil asesinatos, pero el subregistro habla del doble. No se salvan ni los actores de extrema derecha, ni los de la recalcitrante izquierda. El 45 por ciento de las muertes fueron responsabilidad de los paramilitares, el 27 por ciento las guerrillas y el 12 por ciento de los agentes estatales. Aquí, no hay buenos ni malos, solo violentos y enemigos de la paz.
Es hora mi querido lector de hacer su propia introspección y revisar su lenguaje y la forma en que se refiere a quien no piensa parecido a usted. Si califica a su opositor con adjetivos como: guerrillero, paramilitar, uribestia, petroñero u asesino, no dude que usted es parte del problema de Colombia y no aporta nada a la solución del conflicto.
Para terminar les cuento algo que lo dejará con los pelos de punta. En el genocidio de Ruanda jugó un papel atroz la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas RTLM). La emisora divulgaba odio y preparaba a los oyentes para la violencia que se avecinaba. El medio de comunicación fue declarado culpable en 2003 y a sus directores como incitadores del genocidio. Los dueños de los medios en Colombia vienen haciendo lo mismo por décadas.
Es prudente hacer la introspección sobre lo que vemos, escuchamos o leemos porque podemos estar siendo utilizados para fines violentos. No lo dude.
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General