Fueron muchos los latinos que le abrieron la puerta a un segundo gobierno de Trump. Varios de ellos llegaron ilegales a los Estados Unidos y con el tiempo, esfuerzo y paciencia lograron sus papeles.
Esos mismos ahora aborrecen a los que llegan nuevos. Es cierto que muchos migrantes fueron a delinquir no obstante, otros lo hacen por el famoso sueño americano. Muy pocos se irían de su tierra si contaran con grandes oportunidades.
Lo cierto, es que han pasado más de quinientos años y todavía como lo hicieron nuestros ancestros indígenas con los españoles nos vislumbramos con los artilugios de los más poderosos. Los españoles nos dieron espejos y a cambio les dimos oro.
En la actualidad ellos vienen y se toman su selfies en el Tayrona, en el Amazonas, en el Cañón del Chicamocha cuando visitan Colombia. Nosotros lo hacemos detrás de sus rascacielos y miramos como pelmazos sus avenidas. Otra clase de gringos aman la oferta de prostitución local.
Muchos coterráneos prefieren ir a Miami a tomarse dos cervezas en la playa y comer en McDonald`s todo el día que elegir otros destinos espectaculares y más económicos. A veces ni siquiera se disfruta como se tenía en las expectativas pero se hace por adornar el álbum de Instagram.
Para Trump al igual que Hitler, si sumercé no es de raza pura, usted no es nadie así tenga papales y ya no esté lavando baños en los Estados Unidos. Obviamente, jamás dejará de ser de tercer nivel así con su esfuerzo se haya comprado dos o tres casas en Colombia y ese país le haya dado lo que su patria le negó. En su frente tendrá marcado para él con tinta indeleble la palabra: latino.
Trump y su multimillonario amigo empiezan sin resquemor alguno a mostrar su fascismo extremo. Ojalá todos aquellos que aplaudieron y ovacionaron el sueño de su retorno no estén en unos años lamentando la pesadilla en que se convertirá.
Para verdades el tiempo…
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General.