
Se denuncia el exterminio de especies de fauna silvestre y vegetal.
A pocas cuadras de los tanques del Ibal usted puede comprar bananos, aguacates o frutas a sus propios cultivadores, con la seguridad de estar consumiendo productos sanos. O puede arrancar del monte algunas hojas de cilantrón y sazonar sus caldos y sopas. También se puede apreciar la belleza de la fauna silvestre a pocos metros de la selva de cemento. O antes podía hacerlo.
Esta situación ocurre en la vía a la Coqueta, un sector urbanizado de Ibagué, pero con fuerte presencia de fincas, cabañas, donde hay un sendero que lo lleva hacia el Cañón del Combeima, o se puede bañar en nacederos de agua limpia.
Pero donde todavía discurre la carretera principal, hasta el año pasado se podía apreciar a toda una familia de guatines o ñeques, pequeños roedores que hacían la alegría de los vecinos cuando se alimentaban de guayabas y frutos silvestres. En otras ocasiones se acercaban cuando los lugareños les dejaban comida.
“Llegamos a contar hasta cinco guatines. Nosotros no los molestamos, les poníamos yuca o papa y ellos venían a comer. Pero sí empezamos a notar que desde hace varios días no regresaron”, dijo un habitante de la Coqueta que prefirió reservar su identidad.
La situación se tornó diferente cuando el predio donde se observaba a los animalitos, cambió de dueño. En 2020 y en plena temporada seca le prendieron fuego al monte, con lo que no solo acabaron con varios árboles sino que generaron contaminación ya que la ceniza, transportada por el viento, ingresó a las viviendas de varios vecinos, generando fuertes olores y mugre en la ropa extendida en las cuerdas.
En esa ocasión, se llamó a la Policía, quienes al confrontar a los ocupantes del predio, estos dijeron que el fuego había iniciado de manera espontánea. Testigos oculares vieron a un hombre con un galón de lo que parecía ser combustible, al momento de iniciar la conflagración.
“Luego, metieron ganado, perros de cacería y se empezaron a escuchar disparos. Llamamos al cuadrante pero cuando llega la Policía, esconden el arma y es muy difícil que haya un caso judicial. Nos da miedo que un disparo termine por lesionar a un niño o a otros vecinos. Estamos seguros que exterminaron a los guatines, nunca regresaron y por acá nadie los molestaba”, dijo el mismo vecino consultado.
Al predio se ingresa por la parte aledaña al Colegio Tolimense, en el barrio Belén.
Aunque se pide la presencia de Cortolima y la Policía Ambiental, que entre a investigar y sancionar estas conductas, es muy probable que sea tarde para las especies nativas, la fauna silvestre, que una vez más debe dar paso a actividades de ganadería intensiva.
La depredación sin sentido del medio ambiente por el ansia de ganar dinero a costa de los que no pueden defenderse.
Una opinión
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