Fernando Gallego, cuida de la imagen instalada en el Palacio de Justicia de Ibagué.
“Para mí ella es todo”, dice este trabajador judicial recién pensionado, cuando se le pregunta qué significa para él la Virgen de Fátima, que completa 19 años entronizada en la sede de la justicia ibaguereña.
Gallego afirma: “con ella tuve mi trabajo desde 1977, la salud que es lo principal, y la unión en familia. A mí se me ocurrió que ese sitio estaba bueno para colocar a la Virgen, y le comenté al finado Ramiro Devia, y entre los dos sacamos adelante el proyecto”.
Pese a que ya se retiró de laborar tras 36 años en la justicia, Fernando Gallego acude todos los días a limpiar a su patrona, a cambiarle los cirios, y a velar porque nada le falte a la Virgen. “Vivo a tres cuadras y me queda cerca. He seguido ahora como si aún estuviera trabajando acá. En mayo me preguntan sobre qué vamos a hacer, la programación, y yo doy las sugerencias”, dice el devoto.
Esta virgen a la que en la actualidad le rezan abogados para conseguir trabajo, o familiares con allegados en líos judiciales, no es la original. La imagen primigenia que medía un metro, fue elaborada en yeso en un taller del barrio Yuldaima, y costó 20 mil pesos.
“Pero luego se fue deteriorando la corona, la pintura se manchó, y en algunas partes como la gente la tocaba, se fue descolorando. Hace dos años la cambiamos por una en fibra de vidrio que nos costó 650 mil pesos. La trajeron de Medellín”, cuenta Gallego. La instalación de la nueva imagen contó con la presencia del arzbispo de Ibagué, Monseñor Flavio Calle.
En mayo, los fieles le rezan a la señora el rosario todos los días, y en diciembre también se juntan para la novena de aguinaldos.
La querían retirar
Hace seis años, un abogado que no profesaba la fe católica, instaló una acción de tutela pidiendo que la Virgen fuera removida del descanso de las escaleras ubicado entre el primer y el segundo piso del Palacio. Pero un juzgado de circuito desestimó la petición, invocando la libertad de cultos que existe en Colombia.
“Nosotros le decíamos al abogado que si le molestaba la virgen, que entrara por el parqueadero para que no la viera”, cuenta con humor Fernando Gallego.
La Virgen de Fátima, permanece iluminada las 24 horas del día, y sus arreglos, velas, flores y demás decoración, la financian las donaciones de devotos, entre los mismos empleados judiciales, jueces y magistrados.
La imagen también tiene una urna o alcancía que un día cualquiera amaneció vacía: “eso pasó un fin de semana con puente, por lo que no fue gente extraña la que robó a la señora. Pero nunca supimos quién fue”, dice Gallego.
“Mire usted que desde que está la Virgen acá, las amenazas de terrorismo no se volvieron a presentar. Cada nada nos tocaba salir por amenazas de bomba. Incluso, los vigilantes decían que veían ánimas y fantasmas, quizá por los obreros que murieron en la construcción del Palacio. Pero todo eso lo ha ido retirando la presencia de la Virgen”, dice un cada vez más ferviente Fernando Gallego quien ha hecho del cuidado de la imagen una amorosa rutina diaria que incorporó de manera natural a una existencia plena dedicada al servicio de la fe y la devoción para con la madre del Señor.