Es increíble que la polémica frase del expresidente Turbay Ayala, que en su momento fue todo un escándalo, ahora sea vista como algo cotidiano. El desaparecido mandatario liberal aseguraba que la corrupción debía llevarse a sus justas proporciones. Pues, se desbordó.
El problema está claro que no es de derecha ni de izquierda, sino más bien genético. En anteriores editoriales hemos manifestando que al parecer, en el ADN nuestro corre un deseo desproporcionado por hacerse rico de la noche a la mañana. Es la causa, que permite que muchos sean proclives a los negocios turbios. En la política están los más atrayentes.
Elaboramos una lista de algunas frases familiares (inauditas) que se han normalizado en nuestro contexto. Las mismas se escuchan por todos lados y permite que ya nadie las vea como un exabrupto. En resumen, son el pan de cada día y será muy difícil erradicarlas. Entre ellas se encuentran:
- Que robe pero que haga algo
- Este por lo menos robó menos que el otro
- Avíspese mijo que se queda sin nada
- Serrucho, pero no mucho
- Es que Miguelito también come
- El vivo vive del bobo
- Así funciona el sistema
- ¿Cómo voy yo?
- Bendecido y afortunado
- En la política es mejor crear intereses que afectos
- Es que la gente envidia y habla mal del que le va bien
Mientras tanto seguimos como los cangrejos viendo pasar las décadas frente a nuestros ojos, esperando un utópico gobierno que llegue y como por arte de birlibirloque acabe con nuestras enquistadas mañas. Ni el gobierno central ni las regiones se salvan de ese cáncer social llamado: corrupción.
Y usted querido lector, desde su perspectiva: ¿Cuál ha sido la frase que suele escuchar para justificar los malos procederes que tanto hacen daño a nuestra sociedad? Comente por favor.
*Este es un Editorial de A la luz Pública.