“El corazón tiene memoria y se llama gratitud”, es una bella frase que debe ser parte de nuestro carácter, de nuestros sentimientos positivos y justos, es la simple expresión de reconocimiento sincero a quienes han hecho el bien, individual o colectivo, pero tristemente somos ingratos, ya que por diversas motivaciones subjetivas es una constante histórica de nuestros pueblos.
Considero que es un deber por restablecer, ya que, con ello, recuperamos memoria colectiva, que cada vez es más restringida cronológicamente y, hacemos justicia social, esto ha contribuido a hacer patria y de paso los sacamos del injusto olvido en que los hemos tenido toda la vida.
Mi ejercicio, en este sentido, empieza con el abogado Evelio González Botero (q.e.p.d), un hombre de gran valía, comprometido con el desarrollo de su pueblo natal El Líbano (Tolima), quién a mediados del siglo XX gozó de un reconocimiento nacional por acciones, pero en nuestros días, un total desconocido en su departamento y en su tierra, a la que tanto aportó en su proceso de formación.
Para acortar un poco el recorrido a la comprensión de su dimensión histórica, citaré solo algunos eventos:
– Nació el primero de marzo de 1911, hace 114 años. Sus padres, Mamerto González Jaramillo (1882-1960) y Pastora Botero Jaramillo (1906-1972).
Abogado de la Universidad Externado de Colombia (1930). Diputado a la Asamblea del Tolima. 4 veces elegido Representante a la Cámara, llegando a ser su presidente, un mérito excepcional teniendo en cuenta el talante de la dirigencia nacional para la época, entre quienes cito a: Abelardo Forero Benavides, José Soto del Corral, Julio Cesar Turbay, Germán Zea Hernández, Gilberto Vieira, Alberto Rocha Alvira, Augusto Ramírez Ocampo, Lucio Pabón Núñez y Silvio Villegas.
– Entre algunas de las obras que se deben a su gestión directa o compartida, figuran el Instituto Técnico Industrial Jorge Eliécer Gaitán, El Instituto Nacional Isidro Parra, la plaza de mercado, la urbanización de los terrenos de La Moka, así como recursos para la vía Líbano-Manizales (1945).
– La ley 68 de 1948, es de su autoría y además la firma como presidente de la Cámara. En esta disposición se percibe su interés de proyectar al municipio mediante la destinación de $250.000 como vinculación de la nación a la próxima a la celebración del centenario del Líbano, el 27 de enero de 1966, o sea 18 años después. Los recursos tenían destinación específica: pavimentación, terminación y dotación completa del hospital de San José, construcción de la iglesia, adquisición de la planta eléctrica de Lagunilla, y construcción de escuelas públicas.
Sin temor a equivocarnos, podemos señalar que Evelio González Botero fue el antecesor de Alfonso Jaramillo Salazar y que, si el destino de la nación no se hubiese malogrado con el magnicidio ocurrido el 9 de abril de 1948, nuestra historia sería diferente, ya que el caudillo asesinado lo tenía proyectado para un importante ministerio.
González Botero, por temas de la violencia partidista, debió refugiarse hacia 1950 -1951 en el Ecuador, donde se dedicó a la agricultura y conoció a su esposa Judith Antonieta Cárdenas Tapia, para retornar hacia 1972 a Ibagué, en donde se vinculó como Secretario General de Electrolima hasta su jubilación. Evelio González Botero falleció en Ibagué el 16 de mayo de 1992 y es el hombre y el nombre que debemos rescatar para la memoria de un pueblo.
Por: Miguel Salavarrieta Marín
Comunicador social.