Polarizacion

La polarización: un concepto viejo y eterno

Polarizacion
Imagen de referencia.

En una de esas improvisadas cofradías políticas que suelo disfrutar con amigos, surgió el famoso tema de la polarización. Fue mi contertulio, analista político y amigo Edgar López, quién me instó a escribir sobre esta palabra muy de moda por estos días, pero que en su aplicación es vetusta.

Se trata de un concepto connotativo que puede emplearse en diversos ámbitos y que consiste en la inclinación hacia los extremos o los polos. De hecho, la Real Academia Española (RAE) la define como: “orientar en dos direcciones contrapuestas”.

En la política, la polarización se configura a través de la existencia de dos opciones diametralmente diferentes. Sin embargo, no es nada coyuntural, todo lo contrario, el concepto es aplicable desde la primera Independencia en 1810. La historia republicana nos cuenta que nuestros actores políticos siempre han alcanzado niveles irreconciliables de divergencia.

Repasemos la historia. Los dos líderes más importantes de la famosa Patria Boba, Antonio Nariño y Camilo Torres, fueron los principales protagonistas de la guerra entre Centralistas y Federalistas. Entre 1812 y 1815, fueron centenares de muertos, en varias batallas, la que dejó esta polarización ideológica desencadenando hostilidades que coexistieron entre las Provincias Unidas de la Nueva Granada y el Estado Libre de Cundinamarca.

Proceres

Le prosiguió a esta etapa la polarización entre los líderes de la independencia, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Luego de la emancipación empezaron a emanar las marcadas diferencias en las lecturas políticas de ambos próceres. “El Libertador,” era un conservador con un concepto de gobierno militar centralizado y “El hombre de las leyes” era más civilista. Bolívar, buscaba una Gran Colombia, y Santander era más amigo de la autonomía de las naciones. De ahí se conoció la frase célebre de este último: » las armas os han dado la independencia, pero sólo las leyes os darán la libertad».

En la figura de esto dos hombres se estructuró una polarización que prevaleció con los años. En efecto, al mismo Francisco de Paula, se le atribuye la autoría de la Conspiración Septembrina, que buscaba acabar con la vida de Simón. Esa dualidad se aprecia hasta en nuestro Escudo y su lema: » Libertad y orden» ¿Hasta dónde pueden ir las leyes sin que atenten contra la libertad? El propio Bolívar le increpaba a Santander: » las leyes que sólo benefician a los poderosos son tiranía» mientras su némesis consideraba que la libertad sin leyes era sólo anarquía.

De 1839 a 1842 con la Guerra de los Supremos, en el gobierno de José Ignacio de Márquez, se alimentó aún más las diferencias ideologías y la polarización entre el Santanderismo y el Bolivarismo. El carácter religioso con el que inició la confrontación, terminó siendo una excusa para que los ciudadanos de pensamiento liberal, lucharan en busca de la descentralización del gobierno, en cabeza del caudillo de los Supremos, José María Obando.

Nuestra historia es bipartidista, y con estas diferencias nacieron los partidos políticos liberal y conservador. El primero con Ezequiel Rojas y el otro con, Mariano Ospina Rodríguez. Con el triunfo de los liberales en la guerra civil (1860-1862) los rojos asumieron un control Federalista, y nace Estados Unidos de Colombia (época conocida como el Olimpo Radical). Como es lógico la polarización traería más guerras civiles.

Posterior a esta etapa le llegaría el turno a la Hegemonía conservadora de 1886 a 1930 (44 años). Se redactó una nueva Carta Política centralista y ortodoxa, de manos del disidente liberal, Rafael Núñez y el conservador, Miguel Antonio Caro, en una etapa conocida como “La Regeneración”. El país volvió a vivir otra sangrienta época de derrotas liberales, que trajeron la Guerra de los Mil Días, iniciando siglo.

gaitan

En 1930, los liberales volverían al poder y llegaría lo que se conoció como la Segunda República Liberal. Presidentes como: Enrique Olaya Herrera, el tolimense, Alfonso López Pumarejo, y Eduardo Santos, fueron sus protagonistas. La polarización nunca cedió. Todo lo contario se asomaba una época aún más difícil para Colombia con la muerte del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán.

En 1946 retornaría al poder los conservadores con, Mariano Ospina Pérez. Las divisiones de los liberales lo permitieron. A mitad de su gobierno, el país vivía una agitada polarización entre el proletariado y su líder, Jorge Eliecer y los que defendían el ortodoxo sistema político y a la tradicional clase dominante. La misma fuerza bipartidista que se alió años antes en la Regeneración, era enemiga del caudillo liberal. Ese contubernio siempre ha existido, años después se evidenció con el Frente Nacional, y en las últimas dos décadas con la creación de partidos políticos como: Cambio Radical, la U o Centro Democrático. Todos ortodoxos y fieles representantes de la rancia clase política.

A este monstruo se enfrentó Gaitán, y por eso lo asesinaron. La muerte del “Tribuno del pueblo” trajo una nueva violencia y más polarización. Nacieron las guerrillas campesinas liberales a las que le influyeron ideas: Marxistas-Leninistas. En plena Violencia entre 1958-1974 se dividieron el poder entre los partidos tradicionales en lo que se conoció como “Frente Nacional” y así detuvieron a todos los que amenazaban con desestabilizar el Statu quo. Muchos recuerdan por ejemplo el descarado robo de las elecciones a Gustavo Rojas Pinilla, por parte de Misael Pastrana. Esto trajo como consecuencia la aparición del Movimiento 19 de Abril (M-19).

Desde, Alfonso López Michelsen (1974-1978) hasta Iván Duque (2018- actualidad) la polarización sigue más viva que nunca. Existió, existe y existirá, porque siempre habrá diferencias en la concepción de Estado y en la lucha de clases. Los derechos se han ganado con sangre y fuego y ese “tire y afloje” entre los poderosos y los sometidos, seguirá como lo dice la locución latina: «In saecula saeculorum».

El Bogotazo

La coyuntura ahora enmarca una lucha entre el uribismo y el petrismo. Los demás calificados de tibios se Irán sumando a alguna de esas dos causas. El Uribismo (como fuerza de poder) tendrá más de un candidato, y se venderá con diferentes caras. Muy seguramente esta vez con una tez más moderada y menos radical, pero representará lo mismo de siempre. A los terratenientes, al poder del Clero, a los banqueros y a la » gente de bien».

La polarización siempre existirá. En Estados Unidos con los demócratas y los republicanos, en Argentina con radicales y justicialistas. En Brasil, los que van más a la línea de Bolsonaro o los que siguen las ideas de, Lula da Silva. En Ecuador, los seguidores de Correa o los que terminaron eligiendo al nuevo presidente, Guillermo Lasso. La polarización, es tan vieja como lo es la misma política.

El único tinte diferente de esta coyuntura política colombiana, es que quien encarna la polarización en uno de los bandos, se convierte en una seria amenaza para el sistema (como en la época de Gaitán). Por alguna razón el exfiscal, Néstor Humberto Martínez, asegura con vehemencia que Petro, nunca será presidente. Analizando lo que marcan las encuestas en las que el senador va sobrado de lote y sin ningún rival de peso, nos invita a pensar que puede tratarse de una amenaza contra su vida.

Seré vehemente tanto con uribistas y antiuribistas, y creería que con este razonamiento no habrá polarización. Ojalá, el exfiscal esté hablando de una estrategia política, de un as bajo la manga que tienen para detener a Petro (lo dudo). Si lo que se está fraguando es un magnicidio, les cuento que las consecuencias serían apocalípticas. El Bogotazo sería apenas una escaramuza para lo que le vendría a Colombia si esto llegara a pasar. Desconocer esto es ser o muy iluso o muy ignorante. Es cierto que a Gustavo Petro, mucha gente no lo pasa del todo y los uribistas lo odian. Sin embargo, son millones sus seguidores y no se quedarían de brazos cruzados, no lo duden.

Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Comunicador Social
Esp. en Educación Cultura y Política y Docencia Universitaria.

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