
Un halo de solemnidad e importancia reflejan quienes descienden de camionetas blindadas con un hombre armado detrás. Solo eso basta para que a uno le digan doctor y la gente crea que se es todopoderoso.
A muchas regiones llegaron prometiendo indemnizaciones, tierras y yerbas pa’ curar todos los males, hasta los de amor y bicho seco.
Algunos fueron a dar a «la Habana», echaron el cuento en la parroquia que les iban a dar tierras por parte de don Timochenko, mientras los «Etcr» todavía andan sembrando aguacate en tierra arrendada, presumiendo cual reinas de belleza una fotico con mi amado JuanMa y con Timo.
Todos corrieron a empeñar la nevera pa’la cuota de ingreso, entregarla con la fotocopia de la cédula y no quedarse sin la oportunidad de que Timo les diera tierrita en compensación por los males causados.
Los demás, los que no están en la rosca, ni se mantienen vigente a punta de anónimos, denuncias de presuntas corrupción marrullerias y pataletas de ahogado, siguen en las regiones pasando necesidades en lugares donde ni siquiera ha llegado el agua potable, intentando chapaliar entre barriales, sacando la cabeza en un lodazal de corrupción e intentando que el alcalde de turno no se robe los pocos recursos que han de llegar a su vereda y que se manifiestan en rollos de mangueras, bultos de abono y enclenques tejas de zinc, en los mejores casos.
Otras más avezadas, viudas por demás, a quienes les compraron a precio de huevo la tierra luego de la muerte de su marido, siguen intentando entaconadas lucir cada vez menos montañeras en los grandes escenarios universitarios: ellas llevan la peor parte.
La gran mayoría no están calificadas ni siquiera para un empleo de salario mínimo, no tienen quién les cuide los chinos y no pueden dejar las gallinas y los marranos abandonados porque es de lo poco que se produce para echar a la olla, tienen maestria en el rebusque. (Como yo).
Ellas no pueden alzar la voz porque entonces son locas, neuróticas, les falta marido; se les ha impedido hasta arriar la vieja cuando están indignadas. ¡Y dizque líder!, remilgan algunos.
Este es el único país del mundo que no considera la defensa de los Derechos Humanos como un oficio digno de ser protegido, es más ni siquiera la profesión existe y no hay en nuestra legislación un solo artículo que defina quién es un defensor de Derechos Humanos, en qué se diferencia de un líder social o de un activista político aunque muchas personas puedan ser y calificar con esas tres actitudes sociales y muchas otras más.
Cuando una persona es amenazada por sus actividades sociales y comunitarias debe iniciar un largo camino que arranca en la Fiscalía General de la Nación; las amenazas pueden llegar de cualquier lado desde comprar una simple sim card, para auto amenazarse, hasta elaborados photoshops con las ya famosas Águilas Negras, que no son otra cosa que la excusa perfecta para que los funcionarios no vayan a los pueblos lejanos a hacer sus correspondientes diligencias de investigación, fiscalización o cumplimiento de sentencias judiciales, incluyendo las micro focalizaciones de tierras; curioso es que cuando los funcionarios van a micro focalizar la tierra para devolverla a campesinos, surgen las llamadas Águilas Negras y con un simple panfleto destruyen e impiden años de trabajo.
Es posible que después de poner la denuncia en la Fiscalía se active la ruta protectiva, el mismo afectado debe llenar un formulario que baja de la página de la Unidad Nacional de Protección y se somete entonces a una rigurosa investigación que puede durar hasta tres meses antes de ser sometida al comité de evaluación de riesgos conocido como CERREM.
Entre el momento de la denuncia y la decisión final del organismo encargado pueden pasar alrededor de cuatro o cinco meses; no existe un plan de choque o contingencia para eventualidades trágicas.
¡Por eso los matan!
Porque a pesar de las alertas tempranas no existen acciones o recursos que permitan extraer a la persona del lugar de riesgo y brindarle junto a su familia la protección a su vida y el cubrimiento de sus necesidades básicas mientras pasa la eventualidad de una inminente tragedia y mientras se toman las medidas necesarias para la reubicación, salvo en casos puntuales de atentados, la ayuda siempre llegará después de que a uno ya le han quebrado una pata.
Toda la estructura familiar del líder social se descompone; no tienen derecho a una vida privada, un rato de esparcimiento con sus amigos o a tener intimidad, porque siempre está bajo el ojo público y bajo la mirada acechante de quienes los odian por existir; sus familias son vulnerables a toda clase de ataques y viven bajo constante acoso hostigamiento y amenazas.
Algunos se han refugiado en grandes oenegés, poderosas, que los han convertido en especies de «fenómenos de circo», desarrapados, que los llevan a recorrer Europa para recolectar fondos que nunca llegan a destino, son los escasos días en que pueden dormir en hoteles cinco estrellas y comer a manteles…descansitos merecidos.
Gran problema volver a la realidad, a no tener empleo, a seguir debiendo en el Banco Agrario, a no poder cumplir con los compromisos económicos pendientes a tener los hijos encerrados, a la soledad de no poder tener una pareja que lo respalde, a la prevención de no salir con los amigos por miedo a un atentado y a la constante lucha diaria contra los enemigos virtuales y reales.
Ellos necesitan todo nuestro apoyo y se requiere con suma urgencia la seriedad absoluta en construir un plan de acción para proteger la vida de nuestros líderes y lideresas; un fondo común que nos dé la capacidad de extraer a las personas de las zonas de riesgo para proteger sus vidas, apoyarlos como mínimo tres, seis meses económicamente para que puedan estabilizar sus almas, encontrar un poco de tranquilidad y seguir viviendo para poder seguir luchando.
¿De qué sirve una política pública de Derechos Humanos cuando matan a quienes nos defienden?
Muy loable la intención de quienes están recogiendo firmas para denunciar el asesinato de líderes y lideresas, de quienes marchan para contarle al mundo que cada dos dias nos matan uno; la pregunta es:
¿Pa’ qué zapatos, si no hay casa, pa’qué hijueputas?
¿Para qué marchan si ninguno de ustedes está dispuesto a dar refugio a una familia o a recibir en el colchón sobrante de su casa a un líder para que duerma una noche tranquilo?
No hombe…respeten un poquito, propongan acciones serias, modifiquen decretos, asignen recursos, activen rutas útiles, que uno pobre y escoltado, andando en buseta aunque le digan «dotor», no seremos mas que un pobre ‘levantado’.
¡A reflexionar en semana santa, pecadores!
Por: Nubia Flor Russi, defensora de Derechos Humanos.