
Colombia, mi Colombia, tu Colombia, nuestra Colombia, la misma que me duele infinitamente cada vez que soy testigo de la corrupción e impunidad en la que se encuentra sumergida desde hace tanto tiempo. Colombia la maltratada, la misma que más de uno utiliza para hacer todo tipo de fechorías ¿Cuándo piensan parar?
Sé que no importa lo que escriba, ni cómo lo escriba, las cosas no van a cambiar porque el problema de nuestro país no se soluciona así nada más. El problema es de todos y cada uno de sus habitantes y ahí es donde está el detalle dijo el artista. Es tan obvio, políticos corruptos como Uribe, su títere y otros no están en el poder así porque sí, no, han tenido, no solo el apoyo de los narcotraficantes, también del pueblo, de los que siguen tragando entero, de todos esos que salen en su defensa, de quienes los idolatran y justifican cada acción aberrada que puedan cometer.
Mientras tanto las injusticias crecen, el hambre abunda y la pobreza, la maldita pobreza que nos lleva a presenciar eventos terroríficos como los sucedidos en Tasajera, Magdalena, otra tierra olvidada por el gobierno y los cientos de colombianos y extranjeros que pasan por sitios así cuando van de turismo, similar a la otra Cartagena y demás territorios en donde tapan todo con playa, brisa y mar. Y no se trata de justificar ni romantizar el robo, las cosas como son.
Por supuesto, somos un país de gente folclórica que a todo le sacan meme y a punta de memes se va la cosa. Sí, un meme hoy en día todo lo puede, todo lo hace olvidar, es una surte de aliciente que sana las penas y hace de la realidad un chiste que es reemplazado por otro y otro, por algo Colombia es el país más feliz de mundo ¿No?
Entonces, no es extraño que violen, asesinen o muera un grupo de personas en medio de una explosión intentando robar gasolina para cocinar o para venderla e inmediatamente un meme hace reír a más de uno y así se disipa la barbarie, el acto corrupto o lo que sea que pase en el país.
Tal vez por esta razón es necesario que en Colombia llueva, sí, ojalá que llueva no solo café en el campo como dice la canción, es necesario que lluevan leyes fuertes en contra de los corruptos y que se cumplan, que lluevan leyes reales que hagan justicia por todos esos niños y niñas abusados y asesinados, por todas esas mujeres abusadas y asesinadas, por todos esos jóvenes desaparecidos y vestidos con camuflado militar, por todos esos pequeños que fueron forzados a ir a la guerra. Es indispensable que llueva justicia de verdad, que llueva igualdad, que caiga un torrencial aguacero y arrastre a todos esos salvajes que visten de uniforme y que hacen de las suyas en las montañas y ciudades, un aguacero que arrastre a todos los que se han robado el dinero de la salud, la educación, las ayudas humanitarias; que caiga una tormenta y arrase con el hambre, la desesperación, la violencia, el maltrato, el miedo, la desigualdad, el desempleo, los suicidios y por supuesto la angustia de no saber qué va a pasar, si se podrá ir a la escuela, al colegio o a la universidad, si en el centro médico nos atenderán o tan solo nos dejarán morir.
Realmente es necesario que en nuestra Colombia llueva con todas sus fuerzas y acabe con las malas mañas; una lluvia que sane y purifique, aunque se lea muy religioso, se necesita una tormenta de esas magnitudes para ver si llega un cambio porque no es posible que sigamos viendo a nuestros compatriotas arriesgar sus vidas por un trozo de pan o un galón de gasolina; no es posible que Colombia y su gente se pudra cada día más frente a la mirada complaciente de propios y extraños y de los doctores que: “el cambio harán”.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.