La no elección de contralor de Ibagué supone un revés para el movimiento de Oscar Barreto.
Esto porque no es lo mismo tener un contralor amigo (o de bolsillo) a la hora de ejecutar, contratar y direccionar la administración, esta vez, en las cuentas del alcalde Andrés Fabián Hurtado.
Hay que recordar que el exgobernador Oscar Barreto tuvo dos contralores amigos a su paso por la Gobernación. De 2008 a 2011 pasó por la Contraloría, Freddy Camacho, el expersonero de la ciudad quien extrañamente adhirió a la campaña de Barreto en el año 2015. Camacho en la actualidad ejerce la docencia en la Universidad de Ibagué.
Y en el último periodo de Barreto tuvo de contralor al pusilánime y bonachón de Edilberto Pava, un hondano que nadie conocía y que salió del ente fiscalizador con más pena que gloria.
Pero los pactos políticos y acuerdos no alcanzaron para llevar a Edwin Caicedo Prada al cargo de contralor de Ibagué y este renunció a la nominación, bajo sombras de encontrarse en situación de inhabilidad.
Habrá que ver si la nueva contralora Leidy Perea le da un vuelvo a la forma de fiscalizar, no solo, no entregando mermelada a los concejales que la eligieron, sino manteniendo independencia frente a la administración de Hurtado.
También es cierto que Hurtado o sus alfiles puedan empezar a ejecutar labores de acercamiento o ‘seducción’ hacia la nueva fiscalizadora, por lo que habrá que estar atentos a los movimientos y determinaciones de uno y otro bando.
Todo esto ocurre luego que se vaticinara una aplanadora por parte de la Casa Barreto que ganó la Gobernación, Cortolima y la Alcaldía de Ibagué, en el ámbito político administrativo de la región. Lo cierto es que les propinaron su primera derrota.