No hay una palabra que esté más devaluada en la actualidad que la de amigo. Se le dice amigo al vecino, al socio, al compañero de trabajo y hasta personas con las que no se compagina en nada, pero, están cerca.
No puede existir amistad sincera en la competencia. Si cuando te ves con un «amigo» y tus conversaciones parecen más un debate por mostrar quién está mejor en su vida laboral, económica, familiar, etc. compartes con un némesis, no con un amigo.
Si está mejor que tú económicamente y no te compra lo que vendes, no apoya tus ideas (por lo menos moralmente), no te impulsa; no es tu amigo. Si solo te utiliza cuando te necesita, tampoco lo es. Si se incomoda si te empieza a ir mejor; menos. La envidia es lo antagónico de la amistad.
Si solo quiere imponer sus gustos, su manera de pensar y su manera de ver la vida. Si no te respeta como persona, te ve inferior a ti y te manipula, él no busca un amigo, quiere un títere. No puede ser tu amigo si no gusta de ti y solo busca un espejo para verse Estás en su vida para inflar su ego.
Si jamás reconoce lo bueno tuyo. No aplaude tus talentos, tus méritos, tus aciertos, tus alegrías, no lo dudes; no es tu amigo. Eso no quiere decir, que sea tu enemigo, no obstante, está muy lejos de ser un hermano de la vida.
La amistad no es compinchería. En la parranda todo el mundo se abraza, pero, en la adversidad, en la enfermedad, en el duelo, son muy pocos los que aparecen.
La amistad se soporta en el respeto, en el apoyo, en la hermandad. Ser amigo es tener a alguien con el que se puede pensar en voz alta. Es la persona con quien se desnuda el alma.
Debemos aprender a diferenciar entre parientes y familia. Parientes son muchos y comparten contigo el mismo apellido. Familia es amor, es solidaridad, es sentir que no estás solo en este mundo.
Si tienes un amigo verdadero, valóralo y cuídalo. Los amigos verdaderos son la familia que escogimos en este corto camino llamado vida.
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Editor General.