Se cumple acá la famosa frase: “no hay honor entre bandidos”.
El primero en cantar y negociar un principio de oportunidad fue Luis Rodrigo Uribe, exgerente de Typsa, quien delató a Orlando Arciniegas y a los testaferros del siniestro abogado que intentaron legalizar el soborno de $1.100 millones que se pagó por el contrato de los diseños: Wilmer Manchola, Amaury Elías Blanquicet y Gloria Inés Martínez.
Luego se ‘descosieron’ Manchola y Blanquicet. El primero entregó los correos con los que Jorge Tulio Rodríguez intervino de manera sospechosa en las obras del estadio Murillo Toro. Y el segundo contó cosas inéditas de su jefe Arciniegas y las andanzas de este en varios municipios como Honda y Líbano, temas que se deben investigar y profundizar.
El turno le correspondió a Orlando Arciniegas quien con su delación puso tras las rejas a Carlos Heberto Ángel, exgerente del Imdri; y a Oswaldo Mestre, exsecretario de Hacienda. Ante la contundencia de lo dicho por Arciniegas Ángel aceptó cargos en la primera audiencia del caso por haber recibido $300 millones. Mestre, quien proclamó su inocencia, negocia en la actualidad un preacuerdo para aceptar cargos y devolver los $450 millones que le dieron.
Pero el cálculo le falló al maquiavélico Arciniegas, ya que la Fiscalía se dio cuenta que sus declaraciones no eran sinceras y tampoco devolvió dinero ni bienes, y se los tuvieron que incautar a las malas. Guardó silencio frente a Luis H. Rodríguez y terminó con 36 años de cárcel. Está lejano el día en que el abogado vuelva a pisar las calles.
Y el último ventilador lo prendió Rigoberto Rugeles Bernal, al contar cómo les pagó coimas a Jorge Alberto Pérez Díaz, exsecretario de Infraestructura, y a Raúl Navarro, Leonardo Bastidas y Jhon James Perdomo, quienes le entregaron el contrato de diseños para el estadio Murillo Toro.
Por la contundencia de los elementos de prueba, chats y documentos que aportó Rugeles Bernal, un juez envío a la cárcel a los exfuncionarios. Rugeles también se acogió a un principio de oportunidad, o extinción de la causa penal, pues es claro que también incurrió en delitos al sobornar a los exservidores de la Alcaldía de Ibagué.
Se sabe que el testimonio de Rigoberto Rugeles tendrá más alcance y vinculará a pesos pesados de la política local, desatando un escándalo de marca mayor en la sociedad ibaguereña.
Como la frase de que “no hay honor entre bandidos”, hay expectativa por quién será el próximo ventilador: Jorge Alexander Pérez, alias el ‘Chatarrero’; o el mismo Jorge Pérez Díaz, tienen la clave para hacer caer a los poderosos y jefes políticos de toda la vida en Ibagué que aún se ocultan tras bambalinas y se enriquecieron miserablemente con la debacle de los escenarios y los Juegos Nacionales. El saqueo de una ilusión para miles de deportistas.
Insisto, que Dios los ilumine y les de fortaleza para que hablen y cuenten todo, que se acojan a los beneficios que les concede la Ley penal, que no permitan que los cerebros de toda esta corrupción pasen de agache, oblíguenlos también a que pongan la cara y respondan; decir la verdad y aclarar el asunto a tiempo, seguro les traerá mucha paz espiritual a todos los detenidos por la debacle de los juegos nacionales.