
Análisis de columnista.
Se avecina, según lo puso de presente el comandante del Ejército Nacional, un cambio de doctrina al interior de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, lo cual nos parece positivo, porque ya era hora que esto sucediera.
Todo indica que este cambio principió hace un tiempo, cuando la filosofía y la doctrina de los derechos humanos ingresaron a los cuarteles militares y a los departamento de policía y se acentuó con la vigencia de la Constitución Política de 1991 y el desarrollo de la misma, especialmente a través, de la jurisprudencia de la acción de tutela contra decisiones judiciales.
Ya era hora, por simple superación histórica, que se abandonara la vieja, inhumana e insensata doctrina de la seguridad nacional, adoptada y promulgada como herramienta para combatir el comunismo, además, porque ya no fue posible que pasaran inadvertidas las detenciones masivas, las deportaciones y las ejecuciones fuera de combate y porque, desde marzo de 1987 se hizo imposible, por decisión de la honorable Corte Suprema de Justicia, obrando como Tribunal Constitucional, que se prosiguiera con el juzgamiento de civiles por la justicia penal militar mediante consejos verbales de guerra.
No se puede perder de vista que vivimos tiempo nuevos, que la Constitución Política de 1991, con todo y sus defectos, hasta el momento ha cumplido porque los derechos de los ciudadanos se hicieron efectivos y se siguen haciendo efectivos al amparo de la acción de tutela, del debido proceso, de la presunción de inocencia y de la garantía y efectividad del derecho a la libertad personal.
Tampoco se puede pasar por alto que lo que acaba de suceder en La Habana y que se venía abriendo espacio mediante la enunciación teórica y con algunas aplicaciones prácticas de la denominada justicia transicional, tarde o temprano, se verían sus frutos, entre otros, posiblemente el más significativo de todos: la terminación definitiva del conflicto armado interno que desde el primer quinquenio de los años sesenta del siglo pasado, se escenificaba en nuestro país, con las Farc a la cabeza de la insurgencia armada, política y militar.
Así las cosas, damos la bienvenida al cambio de actitud de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, frente al desarrollo histórico de nuestro país, así se llame neologísticamente, “cambio de doctrina”, porque sabemos, de antemano, que nada se puede hacer por encima, por fuera, o en contra de la Constitución Política y del Estado Social y Democrático de Derecho.
Por: Rafael Aguja Sanabria, abogado penalista, docente universitario.