Santos la negó, Uribe la magnificó y también la repartió. Toda la unidad nacional quedó untada y nada pasa.
El término, que se propagó cual tendencia de Twitter a lo largo y ancho de la geografía nacional, permeó todas las esferas, estamentos y partidos. Hasta en algunos medios de comunicación se llegó a decir que impresos e informativos radiales estaban “demasiado enmermelados”. Con la mermelada se pagaron volantes, vallas, y este domingo, los refrigerios, almuerzos, transportes, camisetas y pregoneros.
Circularon listas de candidatos locales inmersos en la jalea: que el Bienestar Familia, que el Incoder, que Familias en Acción, que la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía. Medios digitales publicaron listas de favorecidos con la mermelada, cuadros con nombres y puestos de ahijados, pero nada pasó. La Contraloría, la Procuraduría, la Fiscalía y otras ías, todavía recaudan pruebas en investigaciones exhaustivas. Otro lugar común de Colombia que sube y baja al vaivén de la opinión o de los opinadores que engatusan a las masas, mientras los problemas de fondo del país siguen sin resolverse.
La paternidad del símil, se le atribuye al primer ministro de Hacienda que tuvo Santos, Juan Carlos Echeverry, quien al hablar de las regalías dijo “eso es como una tostada, a la que hay que untarle la mermelada. Así haremos con los recursos de las regalías”.
Según el diccionario de la Real Academia Española, mermelada es una “conserva de membrillos o de otras frutas, con miel o azúcar”. En Colombia poco se usaba, sino fuera como aderezo de pan, o amigable unión entre dos galletas de sal.
Lo cierto es que en esta campaña política que culmina, la mermelada fue protagonista de primera línea. Y lo seguirá siendo. Todos los gobiernos la han empleado. Uribe truena contra ella y la denuncia, pero se le olvida que enmelotó a Yidis y a Teodolindo para que garantizaran la reelección.
Hace cuatro años, estaba en furor la ola verde, hoy lo es la tristemente célebre mermelada. La creatividad de los colombianos seguirá en alza, y ojalá haya plena reflexión y voto de opinión a la hora de escoger a nuestro próximo presidente.
Por: Alexander Correa C., contador público, periodista, autor.