A propósito del bicentenario de su nacimiento (1886 – 2016).
El primero de enero el Departamento del Tolima y sus municipios inauguran, con esperanza, nuevas administraciones. A la par de sus acuciantes obligaciones deben acometer la noble tarea de exaltar la vida y obra del doctor Manuel Murillo Toro, epónimo hijo del Chaparral de los Grandes, al conmemorarse el bicentenario de su nacimiento (1 de enero de 1816).
De Murillo Toro puede decirse que fue Diputado, Representante a la Cámara, Senador en varias oportunidades, Ministro de Relaciones Exteriores y de hacienda, Diplomático, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia y Presidente de Colombia, dignidad para la que fue elegido en dos oportunidades (1864-1866 y 1872-1874), responsabilidades en las que descolló por su pulcritud y transparencia, virtudes que conjugó con su recio carácter.
De sus ejecutorias de gobierno se recuerda la creación del Diario Oficial, en la aspiración que todos los actos del gobierno fueran conocidos por la opinión pública y la instalación en Colombia del telégrafo, maravilloso invento que, a decir del Maestro Echandía, “nos permite transmitir , eliminando, por decirlo así, el espacio y el tiempo”. También debe destacarse de sus administraciones la tarea adelantada para superar las dificultades generadas por la enorme deuda externa del país, la defensa de los conceptos de la economía dirigida y la función social de la propiedad, criterios acogidos definitivamente en la Constitución de 1991, al igual que la actualización de los Estatutos Legales.
Empero, lo que debe ponderarse con mayor vigor de la vida de este singular patricio, padre de la escuela radical, fue su compromiso indeclinable en la promoción de las libertades públicas, el que se refleja en el impulso al proyecto de la ley para la libertad de los esclavos, su lucha contra la pena de muerte y su oposición a la dictadura de su coterráneo José María Melo, entre otras acciones.
Por eso, con razón, uno de sus más grandes contradictores políticos, el expresidente Rafael Núñez, al dirigir la palabra en sus exequias afirmó: “…pero ninguno más benévolo con los hombres, ninguno más tolerante, porque mientras conservó intacta su intelectualidad, fue defensor resuelto de todos los oprimidos y campeón indomable de la libertad de conciencia, de la libertad de imprenta, del derecho de asociación y aún del indulto y la amnistía para los culpables de delitos políticos, que él siempre consideró como simples extraviados e ilusos”.
Como periodista, el doctor Murillo Toro fundó en 1847, en Santa Marta, la Gaceta Mercantil, tribuna desde la que reivindicó los derechos del partido liberal y se proyectó a nivel nacional. Fue también colaborador de la Bandera Nacional, El Correo y El Latigazo, además de editor de El Tiempo. Fue reconocido con razón como el “El rey de la prensa”.
Aspiremos entonces a que nuestros nuevos mandatarios nos gobiernen inspirados en la ejemplar vida de este ilustre tolimense que le sirvió bien y a tiempo a su patria.
Por: Hernando A. Hernández Quintero, profesor universitario.