
Álvaro Uribe Vélez pasará a la historia de Colombia como uno de los personajes más siniestros, de eso no hay duda. Así como Iván Duque Márquez se recordará como el títere, el marrano y el subpresidente más estúpido de todos los tiempos colombianos. Eso sin contar que personajes como Martuchis, Uribito, Vargas Lleras, Fajardo o Farsardo y otros, serán recordados como lo que son, un grupo de políticos con malas mañas que se prestaron para que sujetos como Uribe hicieran de las suyas, sin dejar de lado a algunos de sus familiares y amigos vinculados con masacres y narcotráfico.
Del mismo modo, gente como Daniel Samper, Daniel Coronel, Wally, La pulla y entre otros, serán recordados como la oposición que más nos hizo reír y que nos mostró la realidad con tanta genialidad como lo hizo Garzón en su momento. De hecho, si miramos detenidamente, los antes nombrados todo el tiempo nos están mostrando las cosas que pasan en el país no importa que hablen de lo mismo ya que sus formatos crean una atmosfera de novedad y eso incluye, por supuesto, todas las investigaciones en contra de Uribe.
Ahora bien, la historia delincuencial de Uribe no tiene precedentes, de hecho, hay tanta y tanta información sobre el mismo que, como ya lo he dicho antes, causa horror la complicidad de unos y otros y no solo de la gente del país, también de países extranjeros que supuestamente luchan contra el narcotráfico, pero que a la hora de la verdad guardan silencio porque así es el negocio.
Entonces: ¿Qué más se puede decir de Uribe? ¿Qué más se puede descubrir del mismo? No es casualidad que aparezca en las conversaciones de narcos, en las historias de narcos, en las investigaciones de narcos, mejor dicho, involucrado hasta más no poder con todo lo que tenga que ver con corrupción en el país y, el narco. Lo anterior sin mencionar que miembros de su familia, conocidos, gente de su partido, familiares y amigos de gente de su partido, arrastran el mismo lastre. Algunos le llaman “tragedias familiares”, otros, “persecución política”. Y si le sumamos las leyes que se generaron durante su gobierno, y el gobierno actual que su gobierno, pues la situación precaria del país no es para menos. Como quien dice, la historia del susodicho parece no tener fin.
Ahora bien, es aquí en donde vale la pena preguntarnos si series como Matarife realmente nos van a mostrar algo que no sepamos. Hasta la fecha no encuentro nada nuevo, solo veo a un periodista desesperado por ganar popularidad a costillas de Uribe que, aunque sea el personaje malo de esta película, pues tampoco se justifica que hagan semejante función por un contenido que lo único que hace es repetir y repetir y repetir lo que ya se sabe pero que no logra un verdadero impacto y que no aporta realmente a esclarecer las cosas, por el contrario, el efecto que trabajos como estos produce no es el mejor para avanzar en las investigaciones contra Uribe, quien se va pasando de victimario a víctima. Aclaro que no estoy defendiendo al expresidente, no. Lo que sucede es que por trabajos como la verdad se transforma en una suerte de función mediática que se desbarajusta y, si le sumamos el mal periodismo, pues que entre el diablo y escoja.
Es realmente preocupante la complicidad de propios y extraños. Es abrumador ver cómo en el país todo lo vuelven un espectáculo, por eso no es raro que las muertes, la injusticia, las masacres, la violencia, los abusos, el maltrato y todo el horror en Colombia sean una suerte de reality, un programa concurso que se cambia con facilidad cuando llega el otro.
En resumidas cuentas, Mientras la corrupción de personajes como Álvaro Uribe Vélez y su gente se siga manejando de manera farandulera difícilmente progresarán las investigaciones es su contra y lo que es peor, no va a pasar nada, todo será, como Matarife, un show más.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.