
Como una canción de Carlos Vives el Covid-19 va quedando en el olvido. A la gente se le fue olvidando lo que el mismo significó hace tan solo un par de meses y se han volcado a las calles, unos a comprar, otros a rebuscarse la comida y otros simplemente a protestar y no solo en los Estados Unidos.
En la radio y otros medios siguen anunciando que se debe tener cuidado con el contagio; hablan de las precauciones y de todas esas cosas que en su momento causaron furor en todos aquellos que cayeron bajo la influencia de la paranoia colectiva, me refiero a esos que ahora andan como si nada, desafiando a la muerte invisible.
¿Será entonces que lo del Coronavirus no fue más que una gripita que los medios inflaron a punta de estadísticas para que gobiernos como el de Colombia pudieran hacer de las suyas? Podría hacer más preguntas de este estilo pero todas quedarían como parte de alguna teoría de conspiración.
Lo cierto es que a menos de un mes de haberse normalizado un poco las cosas en todo el mundo, nos podemos dar cuenta que la economía, la indignación, los negocios, la contaminación, la compra y venta, han sido y son más fuertes que la “pandemia”.
En Estados Unidos, por ejemplo, las protestas por lo que muchos llaman el racismo sistémico, han hecho que cientos de personas abandonen el confinamiento y salgan con toda a protestar, mientras que otros se han dedicado a destruir. Por supuesto, no habrá quien diga que son actos de vandalismo porque es el país de los gringos y tienen todo su derecho a manifestarse en contra de casos como el ocurrido recientemente. Cosa que no pasa en Colombia en donde asesinan a quien sea y no pasa nada.
De igual forma, en algunos lugares de Canadá la gente hizo lo propio con la protesta, incluso, en Montréal se vivieron algunas situaciones de vandalismo contra almacenes que, sin lugar a dudas, tomó por sorpresa a los montrealés, ya que, no es normal que se vean comportamientos así por estos lados.
Mientras tanto en nuestro hermoso país, las estadísticas siguen igual, lo mismo que los abusos de la policía y otros males propios del contexto colombiano. Soldados del glorioso Ejército colombiano asesinando animales, jóvenes asesinados, gente desaparecida, corrupción y escándalos y así va la repetición de la repetidera.
Pero, como parte del pan y circo para el pueblo, montan la estrategia del día sin IVA y al cual más sale de sus casas para aprovechar los súper descuentos del momento. Todo un espectáculo. No obstante, ese comportamiento no es propio de nuestro país. Por varias partes del mundo ocurre exactamente lo mismo. Para fortuna de todos y todas, la economía sigue viva, no ha muerto.
Como sea, el Covid-19 va quedando relegado, es un periódico de ayer, una noticia releída, agotada, utilizada hasta más no poder, exprimida por unos y otros y ahora poco o nada importa. Es una suerte de hueso que ya no tiene de dónde sacarle carne. Lo curioso es que muchos se siguen preguntando: ¿Por qué no afecta a las personas que viven en la calle? ¿Será que las abuelas tenían razón y debieron dejarnos comer basura de niños para tener defensas?
¡No lo sabemos!
Lo que si queda claro es que el hombre lo hizo una vez más, venció a la muerte y la vida sigue y nada va a cambiar. Necesitamos reactivar la economía después de todo. Esperaremos entonces la próxima amenaza mundial para volver a escuchar las supuestas buenas intenciones de esta humanidad agobiada, doliente y, sobre todo, farandulera.
Por: Luis Carlos Rojas García, escritor.