Los ciudadanos indignados se levantaron para elegir a Guillermo Alfonso Jaramillo.
Cansados de las malas decisiones administrativas, del carrusel de alcaldes que impusieron las camarillas y en especial el partido Liberal con la ‘tenaza’ de la consulta interna de hace algunos años, los ciudadanos se expresaron en las urnas, eligiendo a Guillermo Alfonso Jaramillo.
Con la debacle de los Juegos Nacionales, la crisis de la salud, la falta de soluciones claras a la carencia de agua en la ciudad (no hubo agua ni el día de elecciones), los indignados derrotaron a la clase política tradicional.
Jaramillo realizó una campaña austera, con pocos recursos y poca presencia mediática. Y debió sortear ataques en medios y redes sociales, siendo antes el blanco y la diana de memes, propaganda negra, y acusaciones injustas, infundios del pasado o sin fundamento.
Fueron derrotados los caciques políticos, los partidos, los ‘trillizos’, y toda la expresión de la vieja politiquería de la capital tolimense.
Con la victoria de Jaramillo se produce un ‘quiebre’, un antes y un después en la historia política de Ibagué, luego de años de hegemonía de los partidos tradicionales y de las maquinarias que se impusieron en la capital tolimense.
Ahora le resta al nuevo alcalde sacar adelante la ciudad, transformarla en la carencia de vías, cultura ciudadana, seguridad, atención en los hospitales, construcción de nuevos colegios; y sobre todo, la transparencia en la contratación y sanear los procesos administrativos y licitatorios, algo que fue la principal promesa de campaña de Guillermo Alfonso Jaramillo.