Es claro que en Colombia, una vez lograda la independencia y hasta la actualidad, nos viene gobernando la misma clase dirigente y su descendencia. Desde la génesis de la República, los revolucionarios criollos terminaron discutiendo por el poder y la forma de concepción del Estado, y de ahí cuajaron los partidos tradicionales.
Con el paso del tiempo, luego de gobiernos militares, en donde el pueblo no tenía derecho al sufragio (solo las élites), se fue consolidando la oligarquía que nos gobierna desde antaño. La historia nos cuenta que hemos estado en manos de azules y rojos con sus respectivas hegemonías, siendo la gran mayoría de ellos oficialistas y cómplices del sistema opresor. En columnas anteriores hemos hecho este repaso cronológico desde el siglo XIX, hasta hoy.
Han sido muy pocos los políticos en Colombia, que de verdad se han sintonizado con el pueblo frente a sus necesidades. Muchas personas que ni leen, temen a conceptos que no conocen y menos entienden. De hecho, todos los que somos proletarios, nos beneficiamos de los derechos que fueron ganados no precisamente jugando al escondite. Mil disculpas a los pelmazos que se creen nietos de Ardila Lülle, que llaman polarizadores a los que no se quedan callados ante los oprobios de los gobiernos. Es hora de ubicarse y entender que ponerse la ropa de marca que desechan los gringos, no los hace ricos en absoluto.
Aunque las tendencias socialistas existen desde hace muchos siglos, solo hasta después de la Revolución Industrial, a través de los estudios científicos de Engels y Marx, se logró conocer a fondo lo que implica esta ideología. Es justo reconocerle al marxismo su lucha en pro de los derechos del proletariado. Recordemos que hasta antes de mediados del siglo XIX, las jornadas laborales superaban las 18 horas e involucraron a niños, los cuales eran sometidos a ignominias por parte de los dueños de las fábricas.
Aterrizando en Colombia, fue hasta que aparece la figura del inmolado líder político, Jorge Eliecer Gaitán, que el pueblo vio representado sus intereses directamente. El caudillo liberal, perdió las elecciones en 1946, con el conservador, Mariano Ospina Pérez, pero para el año del magnicidio (1948) era el líder absoluto de su colectividad, y controlaba gran parte del Congreso. No cabía duda, que sería el próximo presidente con una votación abrumadora. La oligarquía lo tenía claro y por eso lo sacó del camino. Luego del asesinato de Gaitán, siguió más de lo mismo. Llegó el Frente Nacional, y continuaron repartiéndose el país entre las mismas familias: Lleras, López, Pastrana, Santos, Valencia, entre otras. Más adelante aparecen en escena nuevos ricos latifundistas (paramilitares) con comprobadas asociaciones mafiosas. (Recomiendo el libro, Los jinetes de la cocaína, de Fabio Castillo).
Está claro que nos vienen dirigiendo los mismos de siempre y que la izquierda jamás ha podido oler el poder. Los que encarnan la derecha en Colombia, son los directos responsables de tener al país en los primeros puestos en desigualdad social a nivel mundial. Son los “padres de la patria”, los que le entregaron nuestro territorio y sus recursos a las multinacionales. Ellos vienen cogobernado con las mafias.
El narcotráfico, la corrupción, el paupérrimo sistema de salud, la vetusta educación y el conflicto armado; son consecuencias que tienen su causa en la ineficiencia de quienes han ostentado el poder. Esto me lleva a plantear un interrogante ¿Por qué será entonces que tanto colombiano de bien, teme al cambio cuando son conscientes que nos gobiernan unos granujas?
Nos inocularon que nos convertiríamos en una Venezuela, hasta que nos dimos cuenta de dos cosas: la primera, la patraña y el embuste al que fuimos sometidos; la segunda, que nuestra realidad no está muy dispareja de la del vecino país.
Nos metieron el paquete de Duque, a punta de mentiras y miedo. No obstante, por lo que analizo, nos quieren vender otros «gallos tapados» para las próximas elecciones. Tenemos un sociópata expresidente, que gobernó ocho años, cambió la Constitución para tal fin, puso a Santos, se agarró con él, nos endosó a Ivancito y de seguro tiene como tres candidatos para esperar a ver cuál le despega para atajar a Petro. Se pregunta uno ¿hasta cuándo los colombianos le comerán cuento a este señor?
Apreciados lectores, el problema no es la derecha o la izquierda, sino quienes la encarnan. La derecha colombiana, al igual que la izquierda venezolana, han sido nefastas para los intereses del país nacional (pueblo). El socialismo, en países como: Finlandia, Noruega, China o en América Latina: Chile, Uruguay o la misma Ecuador, ha tenido más aciertos que errores y eso nadie lo puede negar. La derecha también ha tenido buenos ejemplos como Singapur o Israel (leer ¡Basta de historias! de Andrés Oppenheimer). En Colombia, no funciona ni funcionará, porque la política la manejan las mismas familias de hampones de cuello blanco impuestas por los emporios económicos y las mafias del poder.
Los colombianos debemos empezar a entender la necesidad de un modelo político que no se contraponga ni destruya al capitalismo, pero, por supuesto lo modere y lo controle. Uno que se desarrolle en democracia, equidad social y libertad. Este sistema, lo debe dirigir un líder que comprenda como prioridad, el cubrir los aspectos básicos de bienestar social (salud, educación, empleo). Se puede conjugar el libre mercado, el respeto a la propiedad privada, pero con oportunidad para todos y no para unos pocos como pasa en Colombia. Son los corruptos los que se incomodan cuando se habla de equidad.
Nosotros vivimos un verdadero “Castro-Chavismo” de derecha hace rato. Es curioso percibir miedo, cuando al 90 por ciento de los colombianos lo único que le podrían expropiar es la tierra de las uñas y los cientos de hectáreas de maleza que tienen en la cabeza. Esto gracias a la basura que nos inyectan los medios de comunicación, cuya gran mayoría son propiedad de los dueños del país.
¡Llegó la hora de despertar!
Por: Andrés Leonardo Cabrera Godoy
Comunicador social y Esp. en Educación, cultura y política
Docente.