Muy bien le va por estos días al dirigente del Partido Liberal.
No solo porque controla a un concejal de Ibagué, Carlos Andrés Castro, sino porque se hizo nombrar como notario en Mariquita, uno de los puestos más codiciados para un abogado, por su manejo presupuestal y autonomía.
Fuentes consultadas indican que los ingresos mensuales del flamante notario estarían por el orden de los 25 millones de pesos, y hasta de pronto más.
En la Notaría de Mariquita despachaba Bladimiro Molina, quien ahora funge como notario Tercero de Ibagué.
Lo irónico es que Rodrigo Páez Olaya no concursó por méritos para obtener el cargo, sino que fue nombrado en interinidad, por recomendación de algún padrino político, que vendría a ser en este caso, el exsenador y excandidato a la Gobernación, Mauricio Jaramillo.
En ese sentido, hay molestia en varios abogados de Ibagué que concursaron, se sometieron a muchas horas de estudio y no han sido tenidos en cuenta para conformar las listas de elegibles, según lo pudo comprobar este medio.
Muchos recuerdan con más pena que gloria al ex secretario de Gobierno de Ibagué, que durante la segunda Alcaldía de Rubén Darío Rodríguez acabó con un vehículo oficial nuevo, en la glorieta del barrio Cañaveral, en un hecho nunca aclarado a la opinión pública.
De ese incidente salió indemne para seguir cultivando puestos en la burocracia. Su última coloca conocida la tuvo durante la pasada Gobernación, en el mandato de Luis Carlos Delgado donde ejerció en la cartera de Gobierno.
También estuvo sonando como precandidato liberal a la Alcaldía de Ibagué en 2015, pero vio resignadas sus aspiraciones cuando el ‘perrero’ de Jaramillo dictaminó que no debía hacerse consulta sino apoyar a Rubén Darío Rodríguez, a quien luego traicionaron para llevarse los votos de manera soterrada y callada hacia Guillermo Alfonso Jaramillo.
De hecho, Páez habló de «acabar las mafias de la politiquería«, lo que se interpretó como un tímido mensaje contra el exsenador Jaramillo a quien sigue obedeciendo.
Con Rodrigo Páez se cumple aquel aforismo de que “no es elegible, pero sí nombrable”, lo que atestigua su buena suerte y padrinos a la hora de elegir cuál será su nuevo destino a la hora de buscar un trabajo mullido, bien pago y sin tantos afanes.