Imagen de la cinta Shakeaspeare in love
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Shakeaspeare en Hollywood

 

Imagen de la cinta Shakeaspeare in love
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Acabo de leer un larguísimo compendio de las tragedias de Shakeaspeare, y confirmo no solamente su gran influencia en el teatro de su época y el de ahora, sino también en el hijo menor de las tablas: el cine.

Hollywood sigue alimentándose del bardo inglés, con producciones como ‘El mercader de Venecia’, con Jeremy Irons y un impecable Al Pacino en el papel del despiadado prestamista judío Shylock; y deslizando personajes y diálogos en sus mal disimulados guiones.

Por ejemplo, en All The King´s Men, Patricia Clarkson llega a contarle apurada al corrupto gobernador encarnado por Sean Penn que le han abierto una investigación penal. Dice que le deje tomar aire para seguir hablando, y Penn cuál diálogo isabelino, afirma que si respira y habla porque no sigue contando el mensaje. Es lo mismo que le dice Julieta a su ama, cuando la envía por un recado de su enamorado Romeo Montesco.

No menos isabelino resulta el nick name del personaje de la sensual Jessica Alba en Sin City, de Robert Rodríguez. La niña Nancy le escribe cartas a su enamorado (Bruce Willis), firmando como Cordelia. Es el nombre de una de las hijas del Rey Lear, tragedia de Shakeaspeare.

Y en El Padrino III, Francis Ford Coppola le hace decir a Joe Mantegna, en su célebre confrontación con Andy García, donde el cubanoamericano le arranca un pedazo de oreja: “Don Corleone, todos los bastardos mienten. Shakeaspeare escribió poemas al respecto”. No dejé de recordar al aventajado bastardo Edmundo que con intrigas y calumnias logra desplazar a su hermano Edgardo, como el preferido de su padre y así heredar todos sus bienes y hacienda.

Algunas obras de Shakeaspeare han sido adaptadas directamente por Hollywood. Recuerdo haber visto en las botas de Otelo a Laurence Fishburne, el recordado Morfeo en Matrix. Hace poco, en Cinemax me deleité con un Hamlet estelarizado por Mel Gibson y Glenn Close en el papel de la madre Gertrudis. El australiano hace un destacadísimo papel, a mi juicio.

Hasta en un bodrio de película donde los personajes saltan del cine a la realidad, Schwarzenegger recita el célebre “to be or not to be” que inmortalizara Hamlet al descubrir el asesinato de su padre a manos de su tío.

Los estudios continuarán alabando y pervirtiendo por igual al gran bardo inglés de todos los tiempos.

En la imagen Gwyneth Paltrow y Joseph Fiennes como el escritor, en el laureado filme de 1998.

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