El gerente del Ibal sigue con sus desafueros y suspicacias contractuales.
Primero fue la polémica que lo rodeó al inicio del gobierno de Guillermo Alfonso Jaramillo por una sanción que le impuso la Contraloría, pese a lo cual fue posesionado en el Ibal José Alberto Girón Rojas.
En 2016, se reveló, con documentos en la mano, que Girón aparecía como director de obra del frustrado Portal de San Gabriel, proyecto de apartamentos con el que esquilmaron a periodistas y trabajadores de los medios de comunicación de Ibagué. La Contraloría investiga la cesión del lote a un particular y la Gobernación dijo que no apoyaría más el proyecto. Girón es cercano a la Constructora Ávila, firma cuestionada por obras inconclusas en buena parte de la costa norte colombiana. También se le vio en una feria de vivienda junto al arquitecto Iván Espinosa Jovel y al periodista Gilberto Martínez Prado, quien auspiciaba el Portal y que hoy dirige un noticiero en la emisora La Fm, de RCN Radio.
El mismo 2016, Girón sufrió un accidente al rodarse por las escaleras de la Alcaldía y aunque fue diagnosticado con varias semanas de incapacidad se hizo acondicionar una silla especial para seguir laborando sin soltar las riendas de la ‘joya de la corona’ de la contratación y de la burocracia ibaguereña, y manejar al milímetro el presupuesto, no fuera a ser que alguien más lo usufructuara o que se descubrieran sus turbios manejos y negociados. ¡Cómo serán sus ansias de dinero y avaricia desmedidas!
De ese tiempo para acá la ingeniería local ha visto el ascenso de firmas foráneas que se ganan las licitaciones, pese a que se denuncian pliegos y condiciones amañadas o chaleco. Ejemplo, el colector de la quebrada El Sillón, o los $27 mil millones que se adjudicaron (con sospechas de amaño y trapisonda) para el acueducto alterno.
No olvidar que Girón es el mismo de la compra de los tubos que permanecen expuestos a los elementos en zona rural de Ibagué, desde el año 2009, y por los que el municipio ha cancelado en arriendos más de $150 millones. “Cuando me enteré de eso y de otras perlas más, tuve que echarlo”, dijo en su momento el exalcalde de Ibagué Jesús María Botero.
En 2017 le dieron otra pechuga: en encargo la Secretaría de Apoyo a la Gestión, eso sí, sin soltar la gerencia del Ibal. ¡Qué la iba a soltar y con tanto hambriento necesitando puesto y él acaparando dos! Hasta Jaramillo le confirió el honroso o deshonroso título, según se mire, del “vicealcalde”.
Y ahora, el portal El Olfato señaló con documentos que hace unos años Alberto Girón facturó con la autoridad ambiental del Tolima, Cortolima, un contrato como periodista cuando en la vida ha ejercido el noble ejercicio de la comunicación y siempre ha devengado a través de la ingeniería. Pero no eran monstruosas cantidades sino pingues milloncitos como para sacarlo del apuro. ¡Habrase visto mayor impudicia!, parafraseando a Fernando Vallejo.
El mismo portal reveló que la esposa de Girón, directiva de la emisora Paz Estéreo, se estaría beneficiando de millonarios contratos otorgados por el Ibal, en la actual administración del médico Jaramillo, con ser que esta radiodifusora es comunitaria y su alcance en el espectro no va más allá del Centro de Ibagué. ¡Y utilizaron al noble y humanitario sacerdote Antonio María Cifuentes para hacerle gambeta a la ley y que el pobre curita firmara los papeles para legalizar los contratos!
Es claro que Alberto Girón trabaja con los hermanos Mauricio y Guillermo Alfonso Jaramillo y que drena recursos oficiales hacia las arcas de esta tríada que se resiste a soltar el poder. Hasta el mismo Girón está sonando en la sucesión para la Alcaldía en 2019. Nada raro que lo elijan con órganos de control cooptados, concejales arrodillados, empresarios amedrentados, medios vapuleados por el alcalde y con un ejército de áulicos bramando en las redes sociales.
Brindemos mejor, en esta fiesta de la democracia: ¡más agua con todo el corazón para todos los ibaguereños!
*Este es un editorial del director de A la luz Pública.
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